26 enero 2010

Relax




La brisa salada se cuela por la ventana. Afuera, la tea ambarina de un astro holgazán poco a poco se cuelga el gorro de dormir. Fijar los ojos en su fuego y luego de algunos pestañeos rápidos y sucesivos, pequeñas manchitas azul verdoso parecieran pulular en la penumbra que nos rodea. Respiro, y me estiro cuan largo puedo ser, bostezo, otro sorbo de cerveza fría y otra vez la mirada hacia la costa.

Las sombras abrazan la arena. Es todo cuanto existe en la retina, mar, gaviotas, espuma, sol, sombras que se alzan inventándose humanas figuras cuyos pasos la espuma no tarda en borrar, el humo de un cigarrillo olvidado entre mis dedos, los dorados rizos de la cordobesa de la mesa del frente, el aroma dulce de la mesera, dos chicos saltando un tablón ceniciento venido quizás de algún naufragio lejano y misterioso, las luces de la ciudad que a lo lejos invita a otra noche de copas, viento, sal, risas, música, amigos y por sobre todo, relajo.

El mundo entero cabe en la retina, apenas una miradita al mundo, un respiro lejos de la locura de la urbe, un par de segundos en que le doy un mordisco al tiempo, ven aquí, observa por la ventana y coge tu pedacito de sosiego.

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