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Fin de Ruta (final)







El gordo Jaime esta tumbado de espaldas sobre una amplia cama revuelta, las sabanas azules cuentan huellas de insondables sudores y fingidos gemidos, en ese juego triste en que la negra Rosa que yace junto a él es toda una maestra. La negra enciende un cigarrillo y desliza su mano por el velludo pecho de Jaime quien parece estar en otro sitio, con los ojos fijos en el techo, lejos muy lejos, la negra es la única mujer que lo atiende y lo entiende, se podría decir que con el tiempo hasta le ha tomado cariño, ya conoce de memoria todas sus mañas de viejo camionero. Jaime por su parte tras el tiempo ha logrado verle a la cara sin sentir pena, de vez en cuando hasta le trae sus regalos, que siempre ella recibe con una gran sonrisa. La negra lo observa y solo le basta una mirada para saber lo que le pasa, el gordo otra vez esta triste, los fantasmas de la familia perdida le rondan y le muerden en la memoria cada tanto. Rosa apaga el cigarrillo y se apega dejando descansar su cabeza sobre el pecho de Jaime, este juguetea despacio con su cabello en un gesto automático de cariño y cercanía.

-¿Qué te pasa Jaime?

- nada negrita, no pasa nada

-Si, tenis cara de que no te pasa nada, ¿otra vez pensando en esa perra?

- no, la perra ya no duele –dice Jaime buscando el cuerpo de rosa bajo las sabanas

-¿y entonces? –pregunta Rosa-

-Creo que debe tener la misma edad de pancho -dice Jaime acariciando el hombro desnudo de su negra-

-¿Quién?

-mi hijo -dice Jaime que ensaya figuras con el dedo sobre la piel de Rosa-

-¿Qué pancho? –pregunta Rosa-

- el joven que me acompaña, debe tener cerca de su misma edad, hace tantos años que no lo veo, tal vez si…, si tan solo no hubiera…

-¡Si tan solo nada Jaime!, deja de torturarte inútilmente, estoy seguro que cuando menos lo esperes te vas a reunir nuevamente con el y te aseguro que sabrá perdonarte

La negra Rosa lo abraza con fuerza, el gordo Jaime cierra los ojos intentando contener la angustia que cada cierto tiempo le ronda, poco a poco va sintiendo que la cercanía de ese cuerpo alquilado es tal vez el último vestigio de cariño que le resta.

-¿te acorday cuando nos conocimos? – pregunta rosa

- como no me voy acordar – responde el gordo, me agarre a puñetes con dos tipos por tu culpa

-¿¡Como que por mi culpa!?, - dice rosa haciéndole cosquilla al gordo, jugueteando como niña, ¿¡Como que por mi culpa!?, ¿¡Como que por mi culpa!?, - repite entre carcajadas intentando animar a Jaime, que poco a poco se va entregando a la risa, devolviéndole la alegría al semblante del gordo bonachón.

Cierta vez, Jaime aprovechando el tiempo libre del que disponía una vez terminadas las tareas de descarga, se dedicaba a caminar por el centro de Temuco, caminaba aquella tarde por Lautaro, en dirección a la plaza mayor de la ciudad. Al llegar a la esquina de la calle Prat, se encontró con dos tipos algo borrachos que acosaban y trataban de manosear a una joven morena de pelo desordenado, - la negra Rosa -, el gordo Jaime un poquitin mas flaco por ese entonces y con algunos años menos, se trenzo a puñetazos con ambos tipos ante la atónita mirada de Rosa.

-¿Te acorday cuando te ofreciste para acompañarme a la casa? - ja,ja,ja, ríe Rosa al recordar la galantería de Jaime en aquel tiempo

- si, y me acuerdo como me engañaste diciéndome que tu padre era muy estricto y te metería en problemas si te veía conversar con un tipo extraño

-¡Pero igual te di un tremendo beso!, - exclama coqueta la negra, ¿te gusté al tiro? -pregunta Rosa como siempre lo hace cada vez que se viene aquel recuerdo, tal vez como una forma de reafirmar y mantener vigente aquel lazo que los une y que hace rato va mas allá de la fría relación de cliente y servidora.

- si, pero de eso hace ya tanto tiempo –contesta Jaime-


-¡¡Que mierda!!, ¿¡Quien chucha es!? –exclama de pronto Jaime-, unos secos y violentos golpes a la puerta de la habitación borran abruptamente las imágenes del recuerdo a las que el gordo y la negra se habían entregado con gusto escapando de la miseria de la realidad mas inmediata

Nuevos golpes en la puerta, esta vez mas urgentes y sin pausa

-¡!Negra!!,¡!Negra!!, ¡!abre!! -exclama una voz desde el otro lado de la puerta-

-¡!Negra!!, esta quedando la cagá allá abajo, dile a don Jaime que se levante, que tiene que venir de inmediato.

Manuel esta de espaldas contra el costado del camión, esta parado en la punta de los pies, estirando el pescuezo en dirección a las estrellas titilantes de Temuco, trata de escapar del filo hiriente de la hoja que amenaza con cercenarle la garganta, uno tipo se revuelca en el piso despidiendo borbotones de sangre de su boca, sus carraspeos retumban en el suelo hediondo a orines. Tres putas gritan y observan desde la puerta del burdel impidiendo el avance de sus queridos de turno, rogándoles no interceder en el pleito. Manuel observa directo a los ojos a su rival, sabe que no le hará daño, de haber querido despachárselo lo habría echo hace rato, lo mira directo a los ojos, el tipo es mas joven que él, casi un niño, esta nervioso y el miedo se pasea por su cuerpo, se huele. Manuel siente rabia, rabia por haberse dejado tomar por sorpresa, rabia por estar en manos de un pendejo cobarde y poco decidido, el no hubiera dudado un instante en rebanarle el cuello.

- ¡Suéltame conchetumadre! –dice Manuel-, ¿que vay a hacer?, ¡dale maricón termina! – le desafía con los ojos desorbitados

-¡cállate hueon!, ¡cállate! - grita el pendejo presionando con mas fuerza el filo de su navaja contra el cuello de Manuel del cual comienza a fluir un hilillo de sangre

- ¡suéltalo conchetumadre! – dice el gordo Jaime que esta a medio vestir, parado detrás del pendejo, suéltalo te dije – le ordena apoyando el frío cañón de su revolver en la nuca del agresor

Las putas guardan silencio. El canto de los grillos se une al rumor de la jadeante respiración del pendejo ya sometido y vencido, por un momento ese sonido se alza como una sinfonía bizarra. Poco a poco la mano del pendejo se v retirando del cuello de Manuel, dejando al descubierto un limpio corte en la garganta de Manuel

-¡Andate hueon! - ordena Jaime, - el pendejo recoge a su compañero y huyen por la calle desierta

– Ya, ya, ya, vamos pa dentro, no pasa nada - ordena la doña de la casa

-Jaime, es mejor que se vayan, yo conozco a esos dos y te aseguro que van a volver con mas gente, la saco barata tu amigo, mejor te pierdes un tiempo, ese que se fue sangrando no tenía muy buena cara, pa mi que no pasa la noche, mejor si es así, es un ladrón de mierda que nadie va extrañar.

Claudia observa a Manuel desde la puerta, se dirige a el y sin mediar palabras le seca con cuidado la sangre del cuello, - cuídate Manuel, le dice despacio, dejando un largo beso prendido en sus labios, cuídate… repite al cerrar la puerta desgastada de tantos golpes y puntapiés trasnochados

¿Que chucha pasó? pancho, te dejo chupando solo un rato y te mandai la media cagaita

- Nada, lo que pasa es que se me acabaron los puchos y me acorde que a usted le quedaban unos pocos en el camión, cuando salí a buscarlos estaban estos dos hueones a punto de reventarle la chapa, mire - Manuel pasa su mano sobre la chapa que acusa el evidente intento

-¡chucha!... gracias, panchito, me salvó la vida, si estos hueones me roban el camión hasta ahí no mas llegue, la carga tiene seguro pero el camión no, gracias mijo – dice Jaime al tiempo en que atrapa en un abrazo a Manuel que no sabe como comportarse ante una señal que se confunde entre la gratitud y el cariño -gracias hijo repite Jaime - , estas palabras hacen eco en Manuel que poco a poco comienza a sentir que no esta tan solo.

- ya, ya, si no es pa tanto tampoco – dice Manuel desembarazándose del abrazo de oso del gordo Jaime

-Ta bien loco panchito, como se le ocurre desafiar a un tipo cuando lo tiene a punto de cortarle el pescuezo

-ese gueon no me iba a hacer nada, se le veía en los ojos que estaba cagao de miedo, los cobardes me dan asco, todos estos chuchadesumadres que se creen malos por que andan con cuchillo y que al momento de los qiubos se les aconchan los meados y se cagan enteros, pura palabrería, puras amenazas, con los que hay que tener cuidado es con los hueones que no amenazan, con los que van de frente y solo sacan la navaja pa enterrarla, ese es el propósito de una navaja, terminar teñida, brillante y olorosa. Es curioso como la sangre tiene un cierto olor a cobre y un leve sabor metálico, no le parece?, - pregunta sin mirar a Jaime, quien le escucha estupefacto, mientras observa como Manuel va limpiando su navaja que ha recogido del suelo.

Las luces de Temuco se hacen cada vez mas pequeñas en el espejo retrovisor. Manuel baja la ventanilla, ya no llueve y el aire se cuela extrañamente tibio y fragante a tierra húmeda, respira profundo y se acomoda en su butaca, en la radio esta vez escuchan una cinta de Manuel, tararea al ritmo de “hojas de té” de los tres, Manuel poco a poco ha comenzado a disfrutar del viaje.

Loncoche y Lanco son apenas dos diminutos puntos mas que han pasado por el retrovisor. Quedan atrás, raudos como un mal recuerdo. Manuel duerme tras vaciar media botella de pisco, Jaime disminuye la velocidad al atravesar sobre el río calle calle, y mientras lo cruza observa a Manuel, durante todo el trayecto no han cruzado mas de tres palabras. Un río mas grande que el calle calle existe infranqueable entre ellos, el inmenso espacio de lo desconocido y de la duda, yace entre las butacas que los separa, Jaime no sabe por que Manuel, si, “Manuel” ya no mas pancho, por que la mentira -se pregunta Jaime-

Tras un brusco salto en la cabina. Manuel parece despertar, se refriega los ojos con ambas manos y se estira cuan largo es

- ¿Dónde estamos?, ¿dormí mucho? – Jaime no contesta sigue con la vista fija en la carretera, contando una a una las blancas líneas sobre el asfalto

¡Jaime, pasa algo! – pregunta Manuel -

-Estamos cerca de Paillaco, y si, dormiste mucho, ¿te sientes bien? –contesta el gordo

- un poco atontado todavía, me quede dormido en la última parada en…

Lanco, se llama Lanco – le interrumpe Jaime

- si, de veras, ahí, bonito Lanco, bueno en realidad bonito todo, cuando uno no conoce todo le resulta lindo ¿verdad?

- algo – contesta Jaime frunciendo el ceño

Manuel sabe que algo pasa y sin mas tramite decide encarar el problema - ¿Qué pasa don Jaime?, ¿hay algún problema?

- Mira Panchito, o mejor dicho Manuel, por que ese es tu nombre ¿o no?

Manuel enciende un cigarrillo y baja la ventanilla dejando escapar los hilillos de humo que se arrojan afuera y por única respuesta solo asiente con la cabeza de arriba abajo, sin mirar a Jaime

- mire amigo sus motivos a de tener, pero si en algo raro anda metido, es mejor que se baje y continué viaje solo, no me hacen falta mas problemas, no pretendo saber por que diablos oculta su nombre, ni por que va donde va

-No se preocupe, tampoco es mi intención meterlo en problemas, usted a sido buena persona y en el próximo lugar donde se detenga me bajare

- en “río bueno”, ahí voy a parar pa almorzar, ahí siempre hay camiones, alguno lo podrá llevar.

Manuel guarda silencio y fuma sin apartar los ojos de la carretera, todavía un poco dormido trata de adivinar como cresta se delató, de pronto un rostro en su cabeza, ¡la puta de Temuco!, Claudia, como chucha se me ocurrió decirle quien era, fue una estupidez, un acto mecánico. Recuerda que esa noche cuando se acercó a la barra, contrariamente como el esperaba Claudia no lo abordó según lo que se acostumbra entre las mujeres de su oficio, ni siquiera lo miró, solo estaba allí sentada con la mirada perdida en el fondo de su vaso, Manuel le ofrece un cigarrillo a Claudia, ella lo mira y lo coge sin mostrar mayor entusiasmo, hay algo que le ha gustado de esa mujer, no sabe bien que pero pretende descubrirlo, ¿cansada? – pregunta Manuel con la vista fija al frente, tratando de advertir alguna señal de vida en esos ojos tristes, que se reflejan en el espejo de la barra, desde donde ella también observaba a Manuel son que este lo advirtiera- ¿cansada? – repite

- ¿te parece que después de bailar toda la noche seis días de la semana y dejarse manosear por un montón de huasos hediondos, que por el precio de unos miserables tragos que me pagan me podría sentir cansada? o tal vez cansada de tener que soportar a los galanes de turno que se acercan a la barra con su petulancia santiaguina, pretendiendo que por un cigarro una tenga uqe ponerles cara de cumpleaños, ¿cansada de eso?, no que va.

Manuel se queda boquiabierto por un momento y sonríe divertido, chucha ¿anday con la regla?, - agrega sabiendo que esta pregunta siempre le cae mal a las mujeres…, -putas o no -

-Con la regla te sale mas barato el polvo huevon - contesta Claudia – sin advertir el contragolpe y agrega, ven acércate págame otro vodka y hablemos de tus penas, de tu mujer que te engaña, de la mierda de trabajo que tienes, de que nadie te entiende, y bla, bla, bla… tu entiendes, lo clásico

Manuel se ríe y buscando los ojos de Claudia agrega, no, mejor hablemos de temas mas atingentes a las putas, ¿te gusta el arte?, que te parece si me comentas algo de la corriente impresionista.

Claudia termina su vodka y enfrenta a Manuel – ¿Impresionismo? , a ver huevon… que te puedo decir del impresionismo, - Manuel sonríe triunfante y burlesco – veamos, te podría decir que el Impresionismo nace como una evolución a ultranza del realismo y de la escuela paisajística francesa de finales del siglo XIX, que se corresponde con una transformación social y filosófica; por un lado, el florecimiento de la burguesía, por otro, la llegada del positivismo. La burguesía, como nuevo fenómeno social, trae sus propios usos y costumbres; unos afectan al campo, que deja de ser lugar de trabajo para convertirse en lugar de ocio como las excursiones campestres. Es el mundo retratado por Monet y Renoir. La ciudad, por el contrario, se convierte en nuevo espacio para la nueva clase social, aparecen los flanneurs, paseantes ociosos que se lucen y asisten a conciertos en los boulevards y los jardines de París. También cobra relevancia la noche y sus habitantes, los locales nocturnos, el paseo, las cantantes de cabaret, el ballet, los cafés y sus tertulias. Es un mundo fascinante, del cual los impresionistas extraen sus temas, en especial Degas o Lautrec. Particularmente no es una corriente que me agrade demasiado, prefiero el surrealismo y tú, ¿que me dices?

-Perdón, no fue mi intención ofenderte -se excusa Manuel, todavía descolocado

- No hace falta mentir, esa fue exactamente tu intención y que mas da huevon, no por ser puta no voy a poder leer ¿o no?.

-Si, pero no es lo habitual, - Manuel se acerca y se sienta junto a Claudia muy, muy cerca de ella, tiene un aroma fresco y distinto, agradable- comencemos de nuevo, ¿quieres?

- ¿Cómo te llamas? – pregunta Claudia

-Mi nombre es Manuel –contesta mientras observa los ojos de Claudia

-¿Y bueno que me dices de ti? -pregunta Claudia - ¿a que te dedicas?

- la verdad no a mucho, ando por la vida con las manos en los bolsillo, alguna vez fui representante artístico de dos enanos de circo, fui cartero, poeta de medio tiempo y cantante de bares rascas.

-¡Vaya todo un Artista! – ríe Claudia - , ¿y has publicado algo?

- no, la verdad creo que da un poco lo mismo, no me interesa publicar, solo escribir

-Ja,ja,ja, Chile es una larga y angosta faja de tierra poblada por soñadores, medio poetas, medio mediocres, medio nada

-si y también lleno de putas ilustradas, te falto agregar eso, digo pa compensar –responde Manuel que ya se entrega divertido a este juego de pesadeces

Claudia lo mira sin atender al golpe - a ver hazme un poema, y sobre la barra desliza una servilleta hasta las manos de Manuel

-Mmm…, es que no estoy inspirado –trata de excusarse Manuel

¿Quieres otro trago?, ¿eres de los poetas que se inspiran con el copete?, que típico, observa a tu alrededor mi amigo, este lugar esta lleno de Nerudas de trasnoche -dice Claudia-

- ¿y que tal un beso, para comenzar? – dice Manuel mientras acerca su rostro al de Claudia

Mmm, eso lo conversamos después, imagina que estas en un concurso de poetas y eres el único participante, lo cual ya es bueno, y de premio te doy un beso, naturalmente si es que el poema me gusta

Manuel enciende otro cigarrillo y apura el resto que hay en su vaso, toma la servilleta y garabatea unas líneas, tras unos segundos se detiene y clava sus ojos el reflejo de Claudia que se desdobla en el gran espejo tras la barra, sus ojos parecen teñirse de los colores sucios del burdel.

¿y bien?, ¿ya esta? - pregunta Claudia

Manuel da un brinco como si la voz de Claudia le salvara de un espacio vacío, toma la servilleta y recita:


“He ahí sus ojos tristes
sumidos en el fondo cristalino del vaso entre sus manos
la mirada pérdida y dolida
escrutando el último recuerdo puro
imagina desde lejos el pelo de una niña
danzando suavemente entre encendidas margaritas
baila entonces niña mía
y enciende estrellas en la noche
la inocencia esta perdida
se ha dormido entre tus pechos
otrora danzarina de los campos de monet
danza ahora niña mía tus sudores en el lecho”

Claudia lo mira en silencio y luego lo besa largamente, y mientras arranca el pequeño papel de las manos de Manuel le sonríe dulcemente

- ¿entonces gane el premio? – pregunta Manuel

-Digamos que te ganaste mas que un beso, te has ganado un lugar entre mis recuerdos buenos. -dice Claudia mientras se va nuevamente hasta el escenario del burdel
Manuel camina despacio por las calles de río bueno, el viento tibio que besa su frente anuncia que pronto lloverá. La carretera ante sus ojos se ofrece solitaria como una serpiente gris y silenciosa. Poco a poco el humo de los camiones aparcados frente al pequeño restaurante se va diluyendo hecho jirones por las ráfagas de Eolo, Manuel echa la vista atrás por última vez buscando la silueta rechoncha del buen Jaime, si, el bueno de Jaime, un tipo realmente genial, tal vez la única persona que desde hace mucho tiempo no le trataba como a un igual. Los ojos se quedan suspendidos, hurgando las luces en las ventanas, pero nadie asoma, nadie se aventura fuera del restaurante, todos saben que pronto lloverá. Un par de perros se acurrucan bajo los camiones esperando capear los goterones que comienzan a caer cada vez mas grandes y fríos. ¡Bueno, aquí vamos!, se dice despacio, inflando los pulmones con una gran bocanada de aire sur, y sin mas, emprende la marcha.

Jaime apura su segunda tasa de café mientras mira el noticiero sin prestarle mayor atención, su rostro inmutable acuna una mirada fría y sin brillo, como si quisiera atravesar la pantalla de colores con sus ojos, afuera las gotas conforman el coro de una lluvia que tintinea sobre el vidrio junto a su rostro. Tras un nuevo vistazo a la carretera, aprecia que desde hace varios minutos no ha cruzado ningún vehiculo, la lluvia arrecia rebotando sobre el asfalto y solo puede pensar en Manuel caminando, empapado hasta los huesos, es extraño pero le ha tomado cierto cariño, tal vez este muchacho ha venido a remover aquellos enterrados sentimientos paternales, aquellos abrazos y los consejos que ciertamente nunca llegaron a su hijo.

-¿Mas café?, ¿o desea comer algo?... Señor,…..¡Señor!…

Perdone, estaba pajaroneando, si, me gustaría mas café y el menú del día por favor

-¿Se va a quedar aquí?, parece que el clima va a empeorar y la carretera en esta época es un tanto traicionera…, bueno, usted sabe mas que yo, a fin de cuenta ustedes se pasan la vida de aquí para allá -dice una joven camarera-

-Es verdad señorita, la vida entera de aquí para allá, sin realmente llegar a ninguna parte – dice Jaime volviendo la mirada hacia fuera

La camarera lo mira compasiva, Jaime se ve triste y ciertamente su frase esta llena de una verdad que desarma.

Manuel camina sin prestar mayor atención a la lluvia, río bueno hace rato que se perdió tras su espalda y otra ves se encuentra solo, como al comienzo, ¿realmente todo esto es un comienzo?, esa pregunta en su cabeza le hace detener la marcha y mirarse las manos, aparecen teñidas de sangre mientras los ecos de gritos lejanos comienzan a poblar sus oídos, la respiración agitada y los estrépitos de desesperados pasos por las mojadas calles de bellavista, en aquella maldita noche donde el cielo lloraba como ahora, al igual que Manuel llora de rodillas en la berma de una muda carretera, “no importa adonde huyas tus problemas siempre llegaran primero que tú” -piensa-

La camarera observa extrañada desde la barra como dos gruesas gotas ruedan por las mejillas del gordo Jaime, entre sus manos esta la fotografía de un joven de no mas de veinte años según se aprecia, el reporte de una voz en off indica “que a la fecha no han sido satisfactorias las pesquisas policiales en torno a la captura del asesino de el joven Francisco Antonio Zapata Montesinos, pese a que se tiene plenamente identificado a Manuel Cancino Retamales como autor de este delito, según las declaraciones de innumerables testigos que en la noche del 22 de Agosto disfrutaban de una velada en el bar “time out” a continuación la pantalla volvía a mostrar la fotografía del criminal, ahí estaba el rostro de Manuel, con la misma mirada perdida atravesando el vacío.

-¿Esta usted bien?, ¿le ocurre algo señor? – dice La camarera mientras se acerca a la mesa de Jaime

Jaime no contesta y sigue con los ojos fijos en el noticiero que ya a pasado a otra nota de crónica roja

-¿Usted lo conocía?, pobre chiquillo, esa noticia la vienen repitiendo hace días, todavía no pillan al desgraciado, se ensaño con el pobre muchacho - ¿Usted lo conocía?

Manuel camina arrastrando los pies por la berma. La lluvia ha cesado con la misma rapidez con la que ha comenzado, aunque el cielo pinta gris en todo su ancho advirtiendo que es solo una pausa, una tregua a los errantes viajeros, a lo lejos dos diminutos puntos de luz ofrecen a Manuel la esperanza de un aventón, mentirá de nuevo y al subir le dirá al conductor que su nombre es Francisco, pancho pa los amigos y se entregara de buen gusto a la charla por aburrida que sea. La carretea es muy larga y sus pasos cada vez le alejan menos de aquella noche desgraciada en Bellavista. A lo lejos el rugido de un motor y los puntos luminosos de un camión parecen cada vez más y más cerca.

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