26 julio 2008

Arte



"Que extraño es el ser humano, puede encontrar placer hasta en las cosas mas repugnantes" ("Crónicas Vampíricas (IV): El Ladrón de Cuerpos" - Anne Rice)

Patricia se paseaba por la galería con su segunda copa de chardonay en la mano, aquellos cuadros habían capturado poderosamente su atención, había en ellos una fuerza inusitada, los trazos simples y delicados ciertamente habían logrado capturar la fuerza del momento con una destreza magistral. Frente a sus ojos una a una iban desfilando las obras de lóbregos matices, grandes bocas abiertas parecían desgarrarse en un grito silencioso y aterrado, congelado sobre la tela, mas allá de lo que Munch habría siquiera podido imaginar.

-¿Te gustan? -escucho decir sobre su hombro-, Patricia dio un brinco dejando caer un poco de vino sobre el brillante piso
-Perdona, no quise asustarte, -decía un sonriente desconocido-

-¿Te gustan?-repitió.

-si, la verdad son excelentes -dijo patricia-, ¿son tuyas?

-Si, todas mías

-¿y en que te inspiras?

-Mmmmm, me temo que la respuesta a esa pregunta es privilegio de la musa que posa para mi -contesto él dejando descansar su barbilla entre los dedos.

-vaya, que lastima –respondió Patricia bebiendo el último resto de vino

-¿Y por que te gustan?

-No se, es deliciosamente inquietante, es como si sus ojos estuvieran vivos y sus bocas me hablaran

-¿y que te dicen?

-Mmmm, me dicen pregúntale al maestro en que se inspira -dijo ella sonriendo

-Mi nombre es Eric –dijo él sonriendo divertido mientras extendía su mano a patricia

-Si, Eric de la Huerta –completo Patricia

-¿nos conocemos?

-No, es que tu nombre sale bajo el titulo de cada obra

-Ya veo

-¿Y en que te inspiras? -insistió Patricia

-bueno, me inspiro simplemente en la curiosidad

-Vaya, no lo habría imaginado, en la “curiosidad”, ¿es en serio?

-definitivamente muy en serio señorita

-Bueno, entonces eso quiere decir que mi curiosidad es motivo de inspiración para usted maestro -dijo patricia coquetamente mientras Eric se alejaba por el pasillo

-Mi nombre es…

- Fuego -interrumpió Eric

-¿Fuego? -pregunto Patricia

-Si sobre la tela tu nombre será fuego, ¿Te gusta?,-¿Quieres ser tú mi próxima obra?

-¿Quieres que pose para ti?

-Si, Definitivamente, lo deseo, he tratado inútilmente de capturar esa intensidad, lamentablemente sin éxito hasta ahora, hasta que me tope con tus ojos, con tu boca.

Patricia se dejo conducir hasta el estudio de Eric, distante apenas a un par de cuadras de la galería, la idea de posar para un artista, sumado al calor de la tercera copa de vino había terminado por parecerle una idea excitante, caminaron hasta un viejo edificio con grandes ventanales en el ultimo piso y en el cual según Eric le confeso daba rienda suelta a su arte. Una vez en el ascensor Eric tomo de la barbilla a Patricia inclinando su rostro hacia arriba, exponiendo sus facciones a la luz, Patricia cerró los ojos y abrió levemente los labios esperando lo que según ella culminaría en un beso, como preludio de una larga noche de sexo

-Me gusta tu boca -dijo Eric- creo que será una obra excelente

Patricia abrió los ojos y vio como él se sonreía, esta jugando conmigo -pensó-, la idea le pareció divertida y excitante y se dejo hacer, dejo que el juego siguiera su curso.

Eric abrió la puerta de su estudio, inmediatamente un fuerte olor a incienso invadió la nariz de Patricia, pero había algo mas en el ambiente, un aroma extraño y dulce

-¿Más vino? –pregunto Eric

-Solo una copa mas -contesto patricia-, la última, no deseo dejar una boca borracha sobre tu lienzo

-no te preocupes eso no sucederá, te lo aseguro -sonrió Eric

El estudio de Eric era una gran habitación desprovista de divisiones, podía verse la amplia cama revuelta en medio del lugar, al fondo una pequeña mesa en lo que parecía ser la cocina y contra los muros de todo el lugar una extensa hilera de lienzos de distintas dimensiones, en el centro de la sala un amplio estante con velas de distintos colores y tamaños, sobre el piso varias paletas de pintura y en varios recipientes manchados por el óleo descansaba una decena de pinceles. Patricia se quito el abrigo y se acomodo en un mullido y amplio sofá, se quito los zapatos y froto sus pies cerrando los ojos ante la agradable sensación del cuero rozando su piel, inclino la cabeza contra el sofá y pudo observar como en lo alto un amplio tragaluz dejaba ver un cielo increíblemente estrellado, como si las astros semejaran un camino de sal sobre un trozo de silicio

Patricia bebió su copa de vino y sintió como un agradable sopor se adueñaba de su cuerpo, mientras Eric disponía un gran lienzo sobre el atril
-¿Estamos listos? -pregunto patricia
-Casí-dijo Eric avanzando hacia ella

Una delgada mujer de rostro pálido y enjuto apareció tras Eric, caminó por el estudio cerrando las cortinas de todas las ventanas, su pequeña figura estaba enfundada en una amplia túnica marrón tapizada de manchones oscuros, como si Eric limpiara sus pinceles sobre aquella tela, tan larga que ocultaba sus pies, Cerró la última cortina y luego se acerco a Eric, lo beso en los labios mordiéndole el labio inferior del cual al instante comenzó a brotar un hilillo de sangre, Patricia se incorporo rápidamente visiblemente incomoda con la escena.

-Es mi asistente –dijo Eric intentando tranquilizarla.

La pálida mujer se acerco a Patricia que se hallaba de pie y le propino un fuerte puñetazo en el rostro lanzándola sobre el sofá
-¡No!,No!,¡No!,¡Nooooo! te dije que hoy es fuego no sangre, ¡es que no puedes meterte eso en tu cabeza de mierda!, ¡maldita bruja! -grito Eric- apartándola del cuerpo de Patricia y tironeándola fuertemente por la cabellera propinándole sendas bofetadas sobre el rostro magullado, obteniendo como única respuesta una risa sorda y monocorde. Entre ambos tomaron a Patricia y la desvistieron, situándola luego sobre una pesada silla metálica pulcramente pulida. Patricia abrió los ojos aun algo aturdida por el puñetazo y observo como la mujer iba encendiendo y disponiendo las velas sobre el piso y en delgados candelabros en torno a la silla y a la altura de su rostro, Eric observada toda la escena tras su lienzo, dando rápidos giros de pincel sobre la paleta de colores, distribuyendo uniformemente la pintura hasta lograr la consistencia deseada. Una vez dispuestas todas las velas en torno a Patricia, una a una la mujer fue cubriéndolas con fanales de coloridos cristales, la luz al colarse tras aquellos diáfanos filtros provocaba un efecto de sublime belleza sobre la blanca y tersa piel de Patricia que lloraba y agitaba su cuerpo fuertemente asegurado a la silla. Eric observaba extasiado como los matices de aquellas luces se plasmaban en aquel cuerpo convertido en un lienzo vivo y palpitante, Patricia comenzaba a rogar entre sollozos, los que eran rápidamente acallados por las manos de la extraña que deslizaba sus largos dedos sobre los labios de Patricia cruzándolos en vertical.
-¡Es perfecta! –Dijo Eric-, mientras se acercaba a la mujer que continuaba cubriéndole los labios con el índice a Patricia

-¿Lo ves?, ¡puedes siquiera imaginarlo!, la última obra de la colección, el circulo por fin se completa, pero no te preocupes mi amor tu estarás en el, la vida misma que fluye en tu ser dará vida a esta obra sublime. La mujer besó nuevamente a Eric en los labios y extendió su brazo izquierdo en donde él realizo un pequeño corte, recogiendo la sangre sobre la paleta de pintura, la cual mezclo con la pintura con rápidos giros de pincel, luego le quito la túnica marrón dejándola desnuda frente los aterrados ojos de Patricia, aquel cuerpo consumido se aparecía plagado de magulladuras, cortes y quemaduras, como una segunda piel.

-he aquí frente a tus ojos mi querida Patricia, observa y maravíllate ante la musa primigenia en su perfecta desnudes, he aquí en su carne tu respuesta, observad las muestras del sublime acto de la inspiración, pero algo no resulta bien con el fuego, es extraño, no logro despertar en ella aquel brillo que en este momento tienen tus ojos, los mismos que mañana serán admirados y reconocidos como una bella obra de arte, y es por eso que te estaré inmensamente agradecido, ¡bien ahora manos a la obra!, ya es tiempo y todo esta dispuesto.

Eric daba los primeros trazos sobre el lienzo, delineando con maestría inusitada las desgarradas facciones de Patricia, mientras su carne recibía el calido beso de la flama entre las manos de la musa relegada que nunca logro despertar el fuego en la mirada.

20 julio 2008

Yo lo vi


El sonido irritante del televisor acabó por espantarle el sueño. Abrió los ojos pestañeando repetidamente y fijó la mirada sobre la pantalla donde un universo de puntitos luminosos se alternaban en caótica secuencia tras el fin de transmisiones. Tanteo la cama intentando capturar sin éxito el control remoto en la penumbra de la habitación iluminada penosamente por el halo del viejo televisor. Con un dejo de molestia no tuvo mas remedio que levantarse en medio de aquella noche especialmente fría para apagar el maldito aparato, pulso el botón de encendido y la habitación se sumergió en una profunda oscuridad que le abrazo como un frío trozo de seda haciéndole estremecer.

Los fosforescentes números del reloj en la mesita de noche marcaban las 04:30 A.M., desde la calle los ahogados gritos de una mujer partieron en dos el manto de silencio de aquella madrugada, aquello termino por espantarle definitivamente el poco de modorra que amenazaba deliciosamente en cerrarle los parpados de una buena vez. Se abalanzó a la ventana y en un acto impensado y torpe deslizó las cortinas descubriendo toda la ventana del segundo piso, abajo una mujer luchaba desesperadamente por zafarse de los brazos de un tipo corpulento, apenas si podía distinguir la escena en medio de la bruma espesa tras la exigua lluvia de la tarde, apenas si podía ver las figuras en pugna bajo su ventana, hasta que la chica se libero solo por unos segundos avanzando un par de metros hasta situarse bajo el circulo amarillento que proyectaba un poste de luz. La mujer en la calle pidió ayuda alzando las manos hacia la ventana desde donde observaba una espantada Matilda. El tipo le dio alcance y la asió firmemente por la espalda, los gritos de la muchacha terminaron abruptamente bajo la palma de una mano poderosa y cruel, cubriendo enteramente su boca y parte de la nariz. Matilda se quedo petrificada al observar como una brillante navaja dibujaba una delgada línea oscura sobre la garganta de la chica, en un único, certero y limpio movimiento de izquierda a derecha, apagando para siempre los histéricos y aterrados gemidos que se apoderaron de la calle.

Los brazos de la muchacha se batieron desordenadamente hasta que poco a poco fueron cayendo hacia los costados en medio de los espasmos y estertores de quien se ahoga en su propia sangre. El tipo dejó que el cuerpo de la chica se deslizara lentamente hasta el suelo, extrañamente como si quisiera evitar que se golpeara, como quien cuida de no causar daño, Matilda dejó escapar un pequeño grito llevándose de inmediato la mano a la boca entendiendo que el silencio debía ser en ese minuto su principal protector, el tipo avanzó unos pasos hasta la reja de Matilda dejando que la luz pobre del poste le describiera en medio de la bruma, elevo los ojos entre las sombras y alzando la navaja ensangrentada en dirección a la ventana la señalo, el brillo de la sangre sobre la afilada hoja parecía una antorcha encendida y furiosa. Matilda cerró las cortinas desesperadamente y se dejó caer al piso apoyándose contra el muro mientras sentía en sus paredes el eco de la grotesca risa del asesino mientras se alejaba por la calle.

-Bien señorita Matilda, espero haber escrito bien su apellido es… es.. s c h u b e r t t,-deletreo penosamente un gordo policía- ¿esta bien no?, ¿señorita?, ¡Señorita!…

Matilda asintió con la cabeza, sus manos aun temblaban y la mirada estaba fija en la ventana

Veamos señorita Schubertt, en su declaración usted dice que aproximadamente a las 04:30 A.M. se levanto para apagar su televisor y escucho a una mujer gritando en la calle.. ¿Es eso correcto?

- Si, es justamente lo que dije

-Luego indica que la mujer habría sido degollada por un tipo al cual usted no pudo distinguir bien, ¿es eso correcto?
- ¡si!, ¿cuantas veces debo repetirlo?, es eso justamente lo que sucedió

-Bueno y como se explica entonces que en la calle no hay un cuerpo, ni rastro de sangre, ni que ningún otro vecino sintió ruido alguno

-¡no lo se!, ¡no lo se!, créame, le juro que eso sucedió, eso paso, lo vi todo desde la ventana, no es posible que alguien mas no sintiera los gritos de esa mujer – Matilda tomo por los brazos al policía y lo tironeo con fuerza, en un desesperado intento por hacerse entender.

-¿Consume usted algún tipo de droga, señorita Schubertt?

-¡No!, ¿tengo cara de adicta acaso?

-Vamos, cálmese señorita Schubertt, tómelo con calma, son preguntas de rutina y del todo necesarias, mire en ocasiones el exceso de trabajo nos pasa la cuenta –dijo sonriendo el policía con tono desagradablemente paternal-, es posible que haya estado usted viendo algún filme de terror y luego solo tuvo un mal sueño.

-¡Le estoy diciendo la verdad!, ¡no estoy loca!, yo lo vi, ¡yo lo vi!, yo escuche esa risa, esa maldita risa que todavía ronda en mi cabeza, ¡por la mierda!, ¡créame!, no es posible que no exista sangre, tal vez el tipo se llevo el cuerpo, ¡que se yo!, pero le digo que él sabe que lo vi, me miró desde la calle y me amenazo con la navaja –Matilda trato nerviosamente de encender un cigarrillo y solo consiguió volver a llorar.
Matilda revolvió el cajón de su mesita de noche y extrajo un frasquito amarillo, tomo dos píldoras y las trago rápidamente.

El policía observó el frasquito de píldoras sobre la mesita de luz de Matilda, hizo una mueca parecida a una sonrisa y anoto en su libreta intercambiando una mirada cómplice con el sargento que terminaba de examinar el cuarto

-Bueno señorita Schubertt, ya tenemos toda la información que necesitamos, si ocurre algo le llamaremos…, hasta luego y trate de descansar

Aquella noche Matilda no durmió, y tampoco a la noche siguiente y la siguiente a esa. Pasaba toda la noche con las luces encendidas sentada en la sala balanceando su cuerpo adelante y atrás, mirando la ventana tapiada y la puerta siempre con doble seguro.

Las repetidas llamadas a la comisaría terminaron por agotar la paciencia de los policías que le habían comunicado ya no tan educadamente que la falta de evidencia hacían imposible comenzar una investigación, que mejor se tomara unas vacaciones. - Hijos de puta –pensó

La risa de aquel tipo se paseaba una y otra vez por su cabeza atormentándola de noche y de día, a ratos cerraba los ojos y solo veía la oscura silueta del asesino empuñando la navaja teñida de escarlata, y en ocasiones se veía a ella misma en la calle apresada entre los brazos de aquel asesino apunto de ser degollada, y al alzar la cabeza hacia la ventana se veía de pie observando la escena, como si se desdoblara ocupando ambos planos, la de victima y observadora sin decidir cabalmente cual rol era el peor, si morir de aquella forma o vivir en permanente incertidumbre en el filo del maldito miedo.

Cuando se atrevió por fin a echar un pie a la calle, tras dos semanas de enclaustramiento voluntario en su departamento, lo hizo tomando todas las precauciones necesarias, jamás de noche y observando cada tanto a sus espaldas por si alguien le seguía, pero que importaba cuantas veces mirara tras de si, todos los rostros parecían sospechosos, todas las miradas parecían llenas de maldad, ¿como detenerse en un rostro que no se podía identificar?, ¿como eliminar aquella terrible sensación de sentirse observada?, sin descubrir a aquel demonio que se oculta entre la multitud de rostros, impune sin siquiera cubrirse, tal vez había caminado junto a él sin saberlo siquiera, tal vez se ocultaba tras los ojos del taxista que la miraba de reojo por el espejo retrovisor, o se ocultaba tras la sonrisa amable del vendedor de fruta que aparcaba la camioneta en su calle cada Sábado por la mañana, o tal vez…., tal vez.., demasiados tal vez, aquella maldita incertidumbre, lo desgastante de vivir en el miedo, entendiendo que en cualquier minuto podría sentir el filo de una hoja deslizándose sobre su Garganta.

Aquella tarde en el supermercado,-tras dos meses de lo sucedido- de pronto se paralizo, la maldita risa de aquel asesino le lleno los oídos y le recorrió la espalda como una fría gota, era como si el tiempo se hubiese detenido, ni un solo sonido mas que aquella endemoniada risa, ni siquiera el estruendo del frasco de pepinillos que sostenía entre sus manos al romperse contra el piso desviaron su atención, la risa, la terrible risa, nacía justo tras su espalda. Respiró con fuerza y venciendo el terror se giró lentamente, el hombre la miro directo a los ojos, fue solo un momento, un terrible momento en que sus ojos se cruzaron por primera vez, el tipo miro al piso y observo los pepinillos regados a los pies de Matilda

-A mi tampoco me gustan mucho –le dijo sonriendo- mientras señalaba los pepinillos, Matilda comenzó a llorar y se orino encima, el tipo se alejo arrastrando su carrito de compras mientras meneaba la cabeza,“que tipa loca” -dijo- mientras se perdia por el pasillo de enlatados y volvió a carcajear con aquella maldita risa.

Matilda entendió que tal vez el tipo no la había reconocido, ¿sería posible que entre la niebla de aquella noche, el gesto que dirigió a la ventana fuera puro azar?, tal vez él tampoco había visto su rostro, al fin una cuota de esperanza ¡ella tenía la ventaja!, su risa siniestra lo había delatado, ¡ahora lo tenía! Buscó nerviosamente el teléfono en su bolso, marcó el número que le había dejado el Sargento y tras unos segundos cortó la llamada sabiendo de antemano la respuesta que le habrían dado, “Señorita Schubertt, por enésima vez deje de perder nuestro tiempo”, ¡hijos de puta!, ¡malditos hijos de puta!-se dijo mientras guardaba el teléfono en el bolso.

Caminó lentamente tras del tipo, lo siguió con bastante distancia pero sin perderlo nunca de vista hasta que llego a una caja. Matilda lo observo mientras desocupaba el carrito y entendió que el tiempo se le acababa. Miro alrededor y se dio cuenta que se encontraba en el pasillo de artículos para el hogar, se dirigió a un estante repleto de afilados cuchillos de cocina y en un rápido movimiento deslizó en su bolso uno de ellos, avanzó hasta la caja donde se encontraba el tipo y se situó tras él. Alcanzó un pequeño paquete de chocolates de un estante a un costado de la caja y se quedo inmóvil mientras el maldito demonio pagaba sus comestibles.

Matilda le siguió hasta el estacionamiento, el corazón le latía con fuerza y las manos le sudaban, respiraba hondo como si el aire le faltara, como si todo el aire del mundo fuera insuficiente. Abrió su bolso y empuño firmemente el cuchillo cocinero, y mientras el maldito asesino iba guardando las bolsas en el auto, se acerco por la espalda y lo degolló con un solo y certero movimiento de su mano, el tipo cayó de rodillas apretándose la garganta con ambas manos, intentando contener la sangre que manaba profusamente del tajo recién abierto, se giró hacia Matilda que aun sostenía el cuchillo en su mano derecha y la miro con los ojos desorbitados.

-¡Ríete ahora hijo de puta!, ¡ríete ahora! -le gritaba enfurecida-, Matilda observo en todas direcciones y al percatarse que estaba sola, se echo a correr mientras guardaba el cuchillo en su bolso.

Aquella noche Matilda respiraba con tranquilidad, con aquella exquisita tranquilidad de saberse a salvo, apagó el televisor tras el noticiario y antes de meterse en la cama bebió su segunda copa de vino, cerró los ojos y respiró despacio dejando que el calor del vino se convirtiera en agradable sopor, abandonándose alegremente en la placida caída del ensueño, sin colores, sin sobresaltos, y sin temores, y casi sin ruidos, salvo, por unos pasos cada vez mas y mas cerca de su puerta, pasos firmes que de pronto fueron acallados y superados por el eco de una grotesca risa.

16 julio 2008

Recursos inhumanos



Subió los últimos tres escalones y con desgano abrió la puerta de la oficina. Aquella mañana, el despertador le había sacado de la cama un poco antes de que el sol se levantara, antes de que sus pobres rayos se atrevieran a pasear tímidamente sobre el rostro frío y sucio de la ciudad.

Se acercó a la ventana junto a su escritorio y no pudo evitar el bostezo mientras subía las persianas. Tras la ventana de aquel cuarto piso, recién se adivinaban los miserables matices del comienzo de un nuevo día de invierno. La calle poco a poco se iba llenando de los mismos viejos sonidos, el rumor de los motores que le cantan serenata al rojo del semáforo, la risa poderosa del gordo que vende café al paso a uno que otro entumido somnoliento, las notas lejanas de un piano que parece ahogar los desvelos de un desconocido maestro en la vecina facultad de música, -¿tal vez esta atrapado… igual que yo?-, murmuró mientras los demás compañeros de oficina comenzaban a ocupar sus respectivos lugares. Se sonrió burlón al observar el reflejo de sus colegas en la amplia ventana, sus mecánicos e idénticos movimientos les hacían ver como verdaderos autómatas, ¡hasta se peinaban parecido!... todo el pelo hacia atrás y muy brillante por el exceso de gel, ja,ja,ja, la verdad parecía un casco, ¡pobres idiotas!, -murmuró- cada mañana es lo mismo. Tenía razón. Cada mañana era igual, una copia exacta del día anterior salvo por los eventuales memorandum de la Gererencia de Recursos Humanos, claro.

Hasta el estúpido juego que otrora le divirtiera cada mañana le estaba resultando aburrido. Solía divertirse a costa de sus colegas anticipando sus movimientos, le gustaba ir relatándolos en voz baja y en tono perentorio, como si le diera instrucciones precisas que ellos acataban de inmediato, le divertía saber que aquellos imbeciles, eran incapaces de variar en lo mas mínimo su ya archiconocida rutina.

Ahora bien, -comenzó a decir despacio, y sin quitar la vista del imbécil de turno, se tomaba el pulgar como si fuera un bastón de comando a distancia - vamos a ver -uno; te quitaras el abrigo y lo dejaras perfectamente colgado en el tercer gancho de la izquierda como cada día y, -dos; revisaras los bolsillos y te aseguraras de que esta firme el nudo de tu corbata, - tres; ordenaras por colores y tamaños los lápices en el pequeño recipiente negro que te sirve de portalapiceras, lo giraras con dos vueltas de muñeca teniendo cuidado que el logotipo de esa empresa-que no es la nuestra- quede mirando hacia el muro de modo que nadie lo advierta –cuatro: tomaras el teléfono y limpiaras el auricular con tu pañuelo que siempre guaras en el bolsillo derecho de tu pantalón – cinco; colocaras el retrato de tu mujer y tus niños a un costado de la pantalla de la computadora, teniendo cuidado de dejarlo inclinado unos veinticinco grados a la derecha de manera que cuando te sientes de la impresión de que te observan trabajar, -Seis; encenderás la computadora y te quedaras todo el día sin ver mas que la pantalla. Uff, que tedio ¡cuando alguno de estos imbeciles va a dar señales de vida!

Habían dos o tres puntos mas todavía en ese juego pero lo dejo, advirtió que incluso aquello era una rutina, -mierda me estoy contagiando-se dijo mientras un escalofrío le recorría la espalda, y se dispuso a comenzar el día. Estaba cagado había caído en su propia e inevitable rutina. Se quitó el abrigo y lo dejo sobre el respaldo de la silla, aunque esta acción estaba expresamente prohibida según el memorandum N° 27-C de la G.RRHH “queda expresamente prohibido el uso de los asientos de la oficina para cualquier otro fin que no sea el adecuado y ergonométrico soporte corporal del funcionario, para sus labores habituales y de estricto interés de la empresa, cualquier prenda de vestir denomínese; abrigo, chaquetón, corbata, cortavientos, chalecos o similares deben ser dispuestos en los percheros situados en cada uno de los pilares colindantes con la vía de evacuación”.
¡A la mierda!, -pensó- y se dejo caer pesadamente sobre su asiento, echo la cabeza atrás e hizo girar la silla jugando al trompito, recordando la última visita al museo, recordó la cara de fastidio de los demás visitantes que observaban impacientes como él daba vueltas y vueltas en una silla que demostraba el principio de la fuerza centrifuga.

¡Gutiérrez! Que cree que esta haciendo- la voz chillona de la vieja secretaria de finanzas lo paro en seco

- Estimulando las neuronas Srta. Eva - ¿Qué no recibió el último memorandum de G. RRHH?

¿Cual memorandum Gutiérrez?, yo reviso a diario mi correo.

- Bueno el A-305, en que la G.RRHH “establece que cada uno de los funcionaros debe cuando menos girar en su asiento con los ojos cerrados por intervalos de cinco a diez minutos cada 3 horas de exposición frente a la pantalla de la computadora. Se ha demostrado científicamente que el movimiento continuo hacia la derecha estimula la sinapsis, por medio de la irrigación sanguínea, obteniendo como consecuencia la correcta oxigenación del cerebro, y así ayudando a mantener una mejor productividad, estimulando ambos hemisferios del cerebro”, ¿no me va a decir que no sabía srta. Eva?

¡Pero si son recién las 08:15 de la mañana Gutiérrez¡-dijo la vieja abriendo excesivamente los ojos

- Es que ayer olvide hacer los de la tarde y me estoy poniendo al corriente srta. Eva –dijo Gutiérrez haciendo un esfuerzo supremo para no reír, de echo frunció el seño en claro reproche, ¡como no podía saberlo!

Lo revisare Gutiérrez, lo revisare –dijo nerviosamente la vieja mientras se alejaba por el pasillo

Vieja idiota... es capaz de agarrar una piedra caliente si se lo ordenaran por escrito, ja, ja, ja-no pudo evitar la risa con el solo hecho de imaginar a la vieja dando vueltas en la silla-. Gutiérrez estaba seguro que la vieja secretaria de finanzas tendría un colapso nervioso si al estirar la mano alguna mañana, descubriera que alguien movió su engrapadora de su ubicación habitual. Seguro se quedaría esperando el memorandum que le dijera como debe mover la mano para agarrarla.

Gutiérrez da un último vistazo a la calle mientras enciende la computadora. Las personas caminan apuradas en ambas direcciones, ¿adonde irán a morir cada día?-se pregunto-, un pequeño beep le hizo saber que a sus espaldas la computadora ya estaba perfectamente dispuesta a consumirle la vida a pedacitos. Observo el reloj de la pared apenas las 08:30 hrs. Un largo camino hasta las 18:00, en fin, es lo que hay-se dijo-. El maldito reloj parecía reírse desde lo alto, contemplando como los silentes autómatas se tornaban en parlanchines seres que daban y recibían ordenes a otros autómatas, de los cuales solo conocen su nombre o escalafón administrativo y que solo pueden imaginar su apariencia, según el tono de voz que les llega desde el otro extremo de la línea telefónica. El teléfono de Gutiérrez también suena, justo a las 08:30, el extraño rito de las 08:30, los teléfonos parecieran sonar al unísono a las 08:30, no a las 08:29 ni a las 08:31 sino que a las ¡MALDITAS 8:30! como en un evento surrealista. Gutiérrez lo deja sonar, no va a contestar esta vez, de hecho le baja el volumen al timbre del teléfono y se dedica a mirar por la ventana, a mirar el único árbol que queda en la cuadra y que por suerte da justo frente a su ventana. Aquel añoso ser que contrariando al paso de las estaciones aún conserva el verde en sus hojas, Gutiérrez no puede evitar sonreír complacido, “otro que se pasa por el culo las reglas, se ve que te importa una mierda el invierno querido arbolito, menos mal que no estoy solo, pero difícilmente me podrías acompañar al bar de la esquina, que lastima”.

¡Gutiérrez!... -la vieja secretaria de finanzas esta plantada frente a su escritorio- haga el favor de contestar el teléfono ¿no ve que lo estoy llamando?

Es que no lo escuche srta. Eva, además nuestros escritorios están a escasos seis metros, es mas saludable caminar hasta acá le hace bien caminar sabe

¡¡¡QUEEEEE!!!..., acaso no leyó el memorandum A-214 de La G.RRHH que prohíbe todo desplazamiento innecesario en jornada laboral, los únicos movimientos autorizados para el personal en los pasillos de este piso son para el uso de sanitarios, salida y entrada para hora de almuerzo, emergencias por fuerza mayor, llámese terremotos, incendios, huracanes, inundaciones…

¿Ataques extraterrestres también? –Interrumpe Gutiérrez- digo por si acaso, haaaa nooo, verdad que según La G.RRHH ningún extraterrestre puede invadirnos en horario de oficina ¿verdad Srta. Eva?, a menos claro que trabaje aquí ¿verdad?, seguro que eso lo ve el Departamento de comercio exterior.

¡No se haga el gracioso y deje de perder el tiempo!. Usted sabe de sobra que soy la encargada de este piso y debo velar por las inteligentes órdenes de nuestra la G.RRHH. sin las normas esto sería un caos. El debacle total. Además debe bajar las persianas Sr. Gutiérrez, recuerde que esta expresamente prohibido mantener las persianas abiertas en horario laboral, según el memorandum V-142 de La G.RRHH esto atenta contra la productividad de los funcionarios actuando como elemento distractor de la organización, restándole productividad y eficacia, ¿No lo leyó acaso Gutiérrez?, el memorandum L-457 establece la obligatoriedad de leer y tomar conocimiento de los memorandum, para todos los funcionarios

Mmmm, creo que no, estaba leyendo el A-305, el que establece hacer los ejercicios estimuladores de la sinapsis

¿Cuál? –dice la vieja mostrándose desencajada al no poder recordar aquel maldito memorando

-El A-305- ese fue el memorandum Srta. Eva, el de la silla giratoria, ¿no se acuerda?, recuerde el intervalo es “Cada 3 horas”-, a eso de las 11:30, r e c u é r d e l o, -Gutiérrez pronuncio la última palabra pausadamente, para que se le quedara impresa a la vieja en lo que alguna vez fue el cerebro. Seguro una vez tuvo uno, pero lo dejo en la oficina de RRHH cuando firmó el contrato, “pobre vieja” -se dijo Gutiérrez, casi sintió pena por ella, que sería de ella sin sus memorandum, sin nadie que le dijera como actuar, como pensar, como comer, como cagar (y cuanto rato)- el memorandum B-632, de La G.RRHH establecía que los tiempos de uso de los sanitarios no podían en ningún caso exceder del 3% sobre el total de minutos de la jornada diaria para los hombres y un 6% para las mujeres, algo así como 15 y 25 minutos respectivamente atendiendo al genero). Ja, ja, ja, sería extraño ser despedido por cagón, se vería realmente mal en el finiquito –pensó Gutiérrez mientras se disponía a levantarse para prepararse un café. ¡RINNNGGGGG!, ¡RINNNGGGGG!, el maldito teléfono lo atrapó antes que dejara el escritorio, en la pantalla el anexo 7565 titilaba frenéticamente. ¡Vieja de mierda que quiere ahora!, Gutiérrez dirigió la vista hacia el escritorio de la vieja secretaria de finanzas. La vieja hacia frenéticos gestos con el índice señalando el teléfono en su escritorio. Gutiérrez lejos de tomar el teléfono como la vieja quería, se encamino hacia el fondo del pasillo, hasta el escritorio de la vieja. Mientras agitaba su taza de café aun vacía.

¿Le sucede algo a su teléfono srta. Eva?-La vieja abrió los ojos como dos platos y colgó con tal fuerza que hizo sonar el timbré del teléfono, una vena del cuello parecía al borde del colapso

La idea es que tome su extensión Gutiérrez ¡no ve que lo ESTABA LLAMANANDO!
Bueno ya estoy aquí, dígame en la que puedo servir - dijo Gutiérrez tranquilamente ensayando la risa mas sarcástica posible

¡Nada solo había olvidado señalarle que hoy usted viste una camisa gris, en consecuencia y clara contravención a lo dispuesto en la normativa de vestimenta para el personal masculino!, según el memorandum V-78, se establece que para los días Lunes; Martes; y Miércoles el color de la camisa debe ser ¡B L A N C O!, Jueves y Viernes ¡C E L E S T E!

Bueno Srta. Eva lo lamento, no le había comentado que soy daltónico y los tonos oscuros los veo blancos y viceversa.

La vieja se puso pálida y bajo la mirada, heee, heee bueno no lo sabía perdone Gutiérrez es entendible, lo haré saber a la G.RRHH, para que se tomen las medidas pertinentes, estudiaremos su caso.

Esta bien, Srta. Eva, se lo agradeceré-dijo Gutiérrez dando se la media vuelta en dirección a la maquina de café

-Espere Gutiérrez, -le atajó la voz chillona de la vieja a sus espaldas-, supongo que se va a preparar un café ¿verdad?, por que le recuerdo que según el Memorandum C-32, queda terminantemente prohibido consumir cualquier tipo de líquidos en los puestos de trabajo, dicha norma es complementaria del memorandum E-355 que establece el cuidado y mantención de los elementos de oficina, entendiéndose tales como Teclados, CPU, aparatos telefónicos, calculadoras y cualquier otro artefacto no definido en el presente documento y que deba servirse del consumo de energía eléctrica para su normal funcionamiento, ¿recuerde el incidente Maturana?, ya ve usted el lío que origino.Como olvidar el incidente Maturana Srta. Eva, creo que hasta cayó el valor del dólar esa vez –Gutiérrez no pudo evitar sonreír al recordar la cara del imbécil de Maturana, cuando dejo caer la taza de café sobre el monitor de su computadora, el golpe eléctrico le lanzo de espaldas, la vieja Eva gritaba desesperada mientras pedía el numero de emergencias

¡No es gracioso!, recuerde que es por su seguridad y la de la oficina Sr. GutiérrezMaturana Hijo de Puta, por tu culpa se acabo el café de la mañana-se dijo Gutiérrez mientras le lanzaba una rápida miraba a Maturana que tecleaba absorto en su puesto de trabajo

Lo se, no se preocupe es solo para beber un poquito de agua, es la hora de mis medicinas sabe, es la pastilla para controlar mi daltonismo, huyyy, ya me esta viniendo un ataque, le estoy viendo el pelo azul Srta. Eva, permiso…
Es Que…. –Gutiérrez se dio media vuelta y dejo a la vieja con alguna otra estupidez en la boca.

De eso hace ya dos semanas mas o menos ¿como estará la pobre vieja?, pobre Eva, hace dos semanas que la pasaron a retiro, la jubilaron por “motivos de salud” según nos habían comunicado al personal de la oficina, según dicta la norma en conformidad a lo dispuesto en el Memorandum H-29. Había tenido una crisis nerviosa se comentaba en los pasillos de los otros pisos, una fuerte rabia y a su edad, pobre.

Gutiérrez movía la cabeza mientras miraba por la ventana, observando como nacía un nuevo día de invierno y no pudo evitar la risa recordando aquel Martes hace dos semanas, ese día habría estado como cualquier otro mal Martes, gris y repetido si no hubiera sido por las carcajadas poderosas del Gerente de RRHH, que inundaron el piso al observar a la pobre Eva girando y girando sobre su silla para estimular la sinapsis de su pobre cerebro, justo a las 11:30, ni un minuto antes ni un minuto después.

11 julio 2008

No Name



Una palabra sin significado es solo un sonido…, un nombre por ejemplo, Ana, Luisa, José, etc…, no significan nada. ¿El real poder de una palabra reside en el poder de la evocación o en su real significado?. Si no conoces a ninguna persona con esos nombres, malamente podrán evocarte algo. Ana es madre, o mamá, según se quiera rotular. Ana significa para sus hijos como Mamá o madre significa para todos los mortales (bien paridos por cierto). Alguien podría decir que estoy equivocado, que los nombres si tienes significado, que Ana es de origen Hebreo y significa “Graciosa”, que Luisa es de origen Germano y significa “Famosa”, o que José es también de origen Hebreo y significa “Aumentará (hijos)”… que bien por José ¿verdad?...- dijo picaramente el profesor-

Soledad dejó de tomar apuntes y comenzó a mover nerviosamente el lápiz entre sus dedos, aquel profesor, sin quererlo había logrado hacerle sentir vacía, Soledad de origen latino, significa “Sin compañía”…, Soledad así sin mas ni menos que el significado justo, implacable y frío, carente de cualquier significado rimbombante, sin la grandilocuencia de Luis de origen germano y que significa “Defensor del pueblo”, o la iluminada Lucinda de origen latino que significa “Hija de la Luz”… Soledad… desde la cuna destinada irremediablemente a cargar con el peso de “la Soledad”, de un nombre sin mayor gracia, ni secretos, Soledad… maldita compañera de largas noches de ojos clavados en el techo – pensó - .

Desde su derecha una risita le sacó de sus pensamientos, ahí estaba toda ruborizada la maldita Inés (de origen griego y que significa pura, casta), Soledad sonrió sarcásticamente al escuchar el significado de Inés, ella la mas puta del salón ahora se reía despacito como una candida priora , mientras el profesor le ofrecía una sonrisa complaciente, que ironía –pensó Soledad-. “Que justicia hay en su nombre Srta. Inés” - dijo el profesor-. Los muchachos de la fila del fondo del Salón no pudieron evitar las carcajadas, había un dejo de sarcasmo en esa ilustración, el sarcasmo le venía perfecto a Bruno el profesor, (Bruno de origen germano significa “Oscuro”).

En la fila del fondo; Cristóbal (de origen griego, significa “Que lleva a Cristo”) con su estrambótica camiseta de Marylin Manson, Damián (de origen griego, que significa “Popular”), el imbecil mas tímido del Salón, y por último Erasmo (de origen griego, que significa “Que merece Amor”), un tipo apuesto, pero demasiado mujeriego, Inés la “pura y casta”, se contaba como una marca mas en su pupitre. Soledad sonrió malamente al reflexionar en los nombres de aquellos muchachos, al menos ellos encierran ironía-se dijo-, en cambio yo… Soledad “Sin compañía”, y el echo de que este significado encerraba verdad, Soledad la sin compañía, vagaba sola durante los recreos, siempre en silencio, con los audífonos embutidos en los oídos, con el volumen al máximo, siempre ajena, nunca le disgusto aquello, salvo ahora.

El timbre inicio el barullo del fin de la clase, los pasos atropellados de todos los compañeros en dirección a la salida hacían vibrar el pupitre de Soledad, que se quedó inmóvil observando la salida de sus compañeros, por la puerta pasaron riendo, Teresa (de origen griego, significa “La Cazadora”), Roxana (de origen persa, significa “La brillante”) de la mano del sonriente Félix (de origen latino, significa “Feliz”), luego, Gabriel (de origen Hebreo, significa “Fuerza de Dios”), Javier ( de origen Vasco, significa “ Casa nueva”), todos y cada uno de sus compañeros, uno a uno frente a sus ojos, nombre tras nombre, que sobre la hoja de aquel libro entre sus manos poco o nada le decían, salvo al enfrentarlo a sus portadores.

Soledad… la “sin compañía”, caminó por el patio cruzándolo en toda su extensión, sintiendo las miradas de todos sus compañeros en la espalda, por esa única tarde los audífonos permanecieron guardados en su bolsillo, la música no la acompañaría hasta la puerta, en cambio si los rumores de conversaciones lejanas, murmullos y risitas varias, hasta que ya una vez de pie frente a la reja de salida, desde atrás a lo lejos se escuchó un “Adiós Guapa, estas como quieres”, … Soledad salio a la calle y entonces se colgó los audífonos, mientras una amplia sonrisa le iluminaba el rostro, de pronto todo era mas brillante, Soledad la “sin compañía” ,recordó que su segundo nombre era “Esmeralda”.

08 julio 2008

L’ ombre Triste






Ya casi dan las seis y cuarto de la tarde. El sol es un breve recuerdo sobre los cristales que a ratos semejan los últimos destellos de un viejo cirio.

La voz que inunda el entorno no hace mas que intentar arrancarle una lagrima mientras el cigarrillo entre los dedos va despidiendo añiles espirales que se diluyen frente a sus ojos. Tras el escalofrió inicial la reflexión es ineludible “Tal vez no debiera entregarme a la nostalgia, esta vez resultaría algo falso siquiera el uso de esa palabra” –Piensa-.

Es extraño como una simple fecha, un punto diminuto y extraviado en las hojas de un viejo calendario de pronto se torna relevante. En vano intenta recordar que diablos hizo ese día, ¡imposible recordarlo!, ya son mas de dos años, ¡maldita memoria!..., tal vez ningún suceso extraordinario aquel día, solo rutina, “02-06-2006”, un día sin recuerdos, un ciclo completo de rotación, el espacio intermedio entre el alba y el ocaso.

El cigarrillo se extingue lentamente entre los dedos y los ojos continúan fijos en la pantalla del computador, un día sin recuerdos –piensa-, cierto, hasta hace apenas cinco minutos una verdad absoluta, hasta que apareció aquel nombre bajo aquel día de Junio.

Es cierto que la memoria invoca ahora sus manos, la herencia de sus pobladas cejas y la grave expresión que también en su rostro yacen forjadas a fuego…, “la sangre tira”… al parecer hay algún grado de veracidad en aquel dicho-piensa-

El secreto de los días de aquel nombre, de improviso devela un rostro, una imagen en sepia escondida en la memoria de la memoria si se quiere, un nombre y un rostro, un hombre lejano y la apatía de sus días, días que no hicieron más que agregar leguas a la palabra distancia. ¿Cómo habrá sido?, ¿Qué sería lo último que paso por su cabeza?, ¿el dolor lo llevaría de la mano hasta su última exhalación?, Ahora surgen las preguntas, tal vez las típicas tras enfrentarse a la sorpresa que entrega conocer que alguien ya no existe.

Cierra los ojos y ni siquiera puede imaginarlo de viejo, ahora que ya no importa, aunque la sensación que le embarga al terminar el día se empeñe en decir lo contrario.

El sol se ha marchado por algún lugar que no puede ver y ha terminado por arrastrar algo mas que las horas, mientras las primeras estrellas que parecen colgar en la ventana van anunciando la noche, una noche distinta de cualquier otra venida o por venir. Un nombre, una fecha y recuerdos añejos fundidos con un extraño sentir. Con aquel nombre se va el abrazo que no fue, la ausencia de la palabra certera en el torbellino furioso que es siempre la adolescencia, el brillo en los ojos que le habría puesto el orgullo de verle tan igual a él, … no igual, sino mejor, -tal vez … diría él-

Es extraña la memoria, viejo… ¿alguna ves te habrá sucedido?, recuerdo incluso las cosas que entre nosotros jamás sucedieron, quizás un intento por olvidar las que si fueron… inútil por cierto, como olvidar si te veo cada vez que me enfrento a un espejo. – dijo en voz alta mientras apagaba la computadora -, otro cigarrillo y nueva reflexión, “Curioso, como las palabras lo encuentran a uno, esta ves tu nombre me encuentra… tu nombre completo y no sencillamente Papá, ese titulo no te lo ganaste”.

Una fecha, seis pequeños dígitos azules en los que cabe toda una vida, después de tantos años, su nombre y la fecha, así sin mas, sin epitafios posibles, sin despedidas ni mayores reproches, sin llantos ni perdones, sin fotografías ni coronas de tristes flores, sin nada mas que pueda decir, solo que se siente triste, con una tristeza carente de nobleza.

La puerta del cuarto se cierra despacio y sin ruidos. La calle mojada refleja las farolas, la brisa fría de Junio le estremece y también la coincidencia que justo aquel 20-06-2006 dibujado en la pantalla le alcanzara también en Junio dos años mas tarde. Hoy la sorpresa le dio un mordisco bien adentro…, curioso, “La sangre tira”… -piensa mientras camina con las manos en los bolsillos-.

El cielo es limpio y sereno y esa paz ahora le embarga y le llena con una extensa inhalación. En ocasiones el sol arrastra algo mas que las horas, de eso ahora él puede estar seguro.

04 julio 2008

Carmen

Pintura: Bosque de eucaliptos



Mientras caminábamos por la carretera aun pensaba si había sido del todo buena idea no haber hecho el viaje en autobús. Apenas llevábamos dos kilómetros de caminata y Carmen ya comenzaba a quejarse, ¡que frío que hace!, ¡tengo hambre!, ¡que los pies!, que esto y aquello. Por un minuto me vi tentado a darle una buena patada en el culo, pero luego hubiera sumado eso a su lista de quejas.

Leonardo pareció adivinar mis intenciones por que de inmediato se largo a reír. En cambio Beatriz parecía apurar el paso haciendo gala de una energía envidiable, su motivación era por cierto lo que sostenía tanta vitalidad, con veintitrés años en el cuerpo me parecía increíble que Beatriz todavía no conociera el mar.

Este pudo haber sido un viaje breve y cómodo en un buen autobús, pero Leonardo acabo convenciéndonos a todos de que era mucho mas emocionante realizarlo “ruteando”, a fin de cuentas él había conocido el país entero viajando con solo un par de billetes en el bolsillo y una mochila a la espalda.

Al comienzo creí que por viajar junto a dos muchachas sería más fácil que alguien se conmoviera y nos diera un aventón, -no contaba con la indiferencia o quizás el miedo de los automovilistas- en vano nuestros pulgares se mantuvieron alzados, nos quedamos largo rato a un costado del camino estremeciéndonos con las ráfagas de viento frío que dejaban los vehículos a su paso.

Luego de caminar otros treinta minutos y bebernos un cuarto de la garrafa de vino blanco, -en el que nos gastamos parte de nuestro dinero destinado a los pasajes de regreso-, una camioneta se detuvo frente a nosotros. Nos subimos rápidamente en la parte trasera y nos miramos triunfadores y ebrios. A poco andar el reloj sobre el mediodía nuestra aventura otoñal ya comenzaba a marchar.

Carmen nos había comentado que su cabaña estaba ubicada en un la parte alta del pueblo, -pueblo que no era mas que un puñado de casas miserables-, según ella un lugar estratégicamente ubicado, del todo privado, en donde podríamos dar rienda suelta a toda nuestra algarabía contenida, bebiendo y fumando toda la hierba que pudiéramos en esos tres días de asueto.

Lo primero que hicimos al bajarnos de la camioneta fue correr tras Beatriz que con los ojos llenos de lagrimas se lanzaba en picada hasta la playa, era tal su emoción que no paraba de reír, nos quedamos en silencio tras ella sin atrevernos a interrumpir aquel instante mágico que debía plasmarse en su memoria. Nos miramos y creo que todos nos sentimos conmovidos con la expresión de Beatriz, como si hubiese sido una niñita que descubre a Santa Claus dejando los regalos bajo el pino de navidad, un verdadero éxtasis.

Carmen no cesaba de repetir que ya “faltaba poco para llegar”, mientras la seguíamos en dirección a su hasta ahora secreta cabaña, -“no falta nada”, paciencia muchachos-, repetía cada vez que nos sentía refunfuñar a sus espaldas. Lo cierto es que la percepción del tiempo de Carmen era del todo cuestionable, ya que los tres minutitos que según ella bastaban para llegar al lugar, distaban bastante de los veinticinco minutos que ya llevábamos caminando por un pobre camino de tierra áspera. Aquel camino vacío se extendía como un horizonte vertical desde el edificio municipal hacía la cima de los cerros, atravesando un pequeño bosque de eucaliptos de hojas crujientes. Por un momento el sonido de nuestros pasos demoliendo ramitas y hojas secas parecía ser el único sonido en rededor. Pensé en como sería estar de noche en ese lugar y un escalofrío me recorrió la espalda. “Ven no era para tanto, ya llegamos” – dijo Carmen extendiendo los brazos, orgullosa de presentarnos su lugar secreto.

Ante nosotros apareció la cabaña coronando una pequeña explanada, me pareció estar viviendo la excursión a un faro. Aquella cabaña solicitaría en medio de la nada no podía ser mas semejante a eso, un maldito faro. Leonardo se quito la mochila y se dispuso a quitar los candados y abrir las ventanas, apenas pusimos pie dentro un fuerte olor a humedad se pego a nuestras narices y a nuestra ropa. Beatriz se fue de inmediato en busca del baño y yo me devolví a la terraza, no tenía ganas de hacer nada mas que fumarme un cigarrillo sentado en el barandal. A pesar de mi desgano me dedique a reconocer el entorno, decepcionado descubrí que desde ningún punto de la terraza era posible ver la playa, solo se veían eucaliptos por todos lados. Comencé a caminan por la terraza rodeando la cabaña, eucaliptos al norte, eucaliptos al oeste, eucaliptos al sur, eucaliptos y un tipo con un perro al oeste… ¡vaya por fin otro ser humano!- pensé –Levante la mano e intente un saludo

¿A quien saludas? –pregunto Carmen
- al tipo del perro – conteste mientras bajaba la mirada buscando la colilla de mi cigarrillo para aplastarla

¿Qué tipo? – volvió a preguntar Carmen

- al tipo del perro que esta ahí…, en… ¡Vaya! … hace unos segundos había un tipo con un perro, ¡justo ahí! – le dije mirando hacía todos lados - Seguramente algún vecino tuyo Carmen- añadí

¿Qué vecinos?, aquí arriba no hay mas cabañas que la nuestra

- no lo se, algún tipo del pueblo cortando eucaliptos tal vez,… que se yo Carmen

¿Y como era?

- no lo se Carmen, un tipo con un perro, estaba lejos, que se yo, era viejo supongo, tenía el pelo blanco y vestía algo como una jardinera azul de mezclilla

¿Estas Seguro? –pregunto Carmen esta vez con una expresión mas grave

- Si, por supuesto, el tipo estaba allí… ¿Por qué?, ¿pasa algo Carmen?

No, no…pasa nada, es que me pareció extraño eso es todo, ven vamos adentro y preparemos algo de comer.

Durante el almuerzo Carmen solo se quedo revolviendo la comida en el plato, sin probar bocado. Beatriz no hacia mas que hablar y hablar de lo lindo e inmenso que era el mar. Leonardo simulaba escucharle no haciendo otra cosa mas que mirarle las tetas mientras se metía un vaso de vino tras otro. En realidad ninguno del grupo le prestaba atención a Carmen, parecía sumida en lo profundo de algún recuerdo.

- ¿Qué pasa Carmen? – Pregunte mientras Leonardo y Beatriz encendían su hierba y se marchaba en busca de la terraza-

Nada, no pasa nada – contesto sin levantar la vista del plato.

- De seguro nada, apenas si probaste la comida, ¿te preocupa lo del tipo?, ¿ hay algo que deba saber Carmen?

Nada es solo que me acorde de mi abuelo, el viejo construyo esta cabaña y aquí pase la mayor parte de los veranos de mi infancia. Nos sentábamos en la terraza y me pasaba tardes enteras escuchando las historias del viejo. Me inventaba un mundo de fantasías de seres mágicos y extravagantes y también algunos mas terribles que servían para cuando me portaba mal. En ese caso el viejo del perro, un personaje inventado por mi abuelo, -carmen sonrió bellamente al calor de aquel recuerdo de infancia - me decía que si me portaba mal me iba a venir a buscar el viejo del perro, mi abuelo decía que el viejo se llevaba a los niños y se los daba a los perros para que se los comieran, es por eso que tal vez ahora no me gustan los perros.

- Ja,ja,ja… estas bromeando Carmen, no te vas a creer que anda por ahí un tipo atrapando niñitos para dárselos a comer a su perro, me estas jodiendo!...ja,ja,ja., a demás de que te preocupas ya no eres precisamente una niñita, por suerte, ja,ja,ja.

Mis carcajadas se apagaron al tiempo en que Carmen comenzaba a llorar sobre la mesa.

Mientras Leonardo encendía la fogata a un costado de la cabaña, Beatriz me relato que cuando Carmen era niña su abuelo se ahorco en uno de los eucaliptos que rodean la cabaña. El pobre viejo victima de un cáncer Terminal no dudo en estirarse el pescuezo antes de soportar tal vez meses de dolor en alguna cama. Una salida poco elegante si se quiere pero una salida al fin y al cabo.

Lo peor de todo es que Carmen lo vio colgado de aquel árbol. Le tomo bastante tiempo volver pisar nuevamente este lugar, y pese al dolor que pudieran provocarle los recuerdo que habitan sus paredes Carmen se habría negado terminantemente a que vendieran la Cabaña, recuerdos malos o buenos, haber vendido el lugar era dejar ir de alguna manera un pedazo de su propia alma.

Una mañana en la facultad charlábamos sobre en que forma nos gustaría morir, cuando fue el turno de Carmen ella simplemente dijo que deseaba morir como una hoja al viento, en ese instante aquel comentario me pareció hasta un tanto poético, hoy lo recuerdo como un acto cruel y egoísta. Fue duro encontrarnos a Carmen suspendida del cuello en aquel eucalipto su rostro desencajado me siguió demasiados años, cada vez que me topaba con un eucalipto o incluso cundo sentía el aroma a eucalipto la imagen de Carmen con los ojos desencajados se hacia presente en mi memoria, verdaderamente ya no soporto ver u oler eucaliptos.

A Beatriz y Leonardo solo los vi una vez mas desde aquel día, nos citamos en el mismo lugar y en silencio le prendimos fuego a la cabaña, en silencio también nos despedimos, no los volví a ver desde entonces.

Ninguno de nosotros asistió al funeral de Carmen, lo último que supe de Beatriz es que se fue a vivir a Canarias y que a Leonardo le perdieron la pista en Ecuador, en una de sus tantas andanzas con mochila a cuestas. ¿Y de mi?..., ¿Qué fue de mi?... bueno, eso sencillamente no importa demasiado.

01 julio 2008

Pesky po Praze



El día soleado y los coloridos ropajes de los paseantes, parecen flores en una no tan calida primavera. Camino sin prisa atravesando la Plaza Venceslao que en impronunciable checo se dice Václavské náměstí, y como es natural mi conocimiento de esta lengua es nulo, no hago mas que masticar los fonemas al tratar de nombrarla y así tratar de sorprender a la bella checa de ojos pardos que camina a unos pasos delante de mi.

Las antiguas construcciones hablan de un pasado esplendoroso y desde un punto distante me mira San Venceslao, -uno de los santos patronos de la república checa -, parece adivinarme forastero y a mi paso casi puedo sentir que sus ojos me siguen inquisidores al descubrir mi asombro ante la magnificencia del Museo nacional Národní muzeum, que contrasta tras la figura del curioso Venceslao, leo en voz alta la placa en el muro del museo Národní muzeum, una risita desde la izquierda me hiela la espina, volteo y descanso la vista en sus ojos pardos, ahí esta otra vez y no tengo las palabras en checo, intento entonces en ingles, en muy mal ingles de explicarle quien soy y de donde vengo, sonríe con mas ganas ante mi fútil intento y se aleja, creo que ni en perfecto checo le interesaría lo que intento decirle, se aleja y tras un breve momento se vuelve hacia mi, observándome curiosa, da dos pasos hacia atrás y se encoje de hombros como si esperara mi próxima torpeza.

Tras unos minutos de grato caminar por un vieja calle, me detengo expectante ante el orloj (Reloj Astronómico), que sentencia el implacable paso del tiempo desde lo alto de la torre del antiguo ayuntamiento, cada hora las ventanillas de la torre se abren liberando las curiosas figuras que lo habitan en lo alto desde tiempos sin memoria, tres de ellas agitan la cabeza negativamente y la cuarta una representación de la muerte la mueve asintiendo y abriendo la boca para arrancarlos del mundo atormentando las figuras horas tras hora, mientras los doce apóstoles desfilan tras dos pequeñas ventanas, (La leyenda cuenta que los concejales de la ciudad dejaron ciego al artesano que hizo el reloj para que ninguna otra ciudad pudiera tener un reloj semejante), el canto de un gallo concluye el paseo de tan curiosa y muda procesión de figuritas, así cada hora por los siglos de los siglos, o hasta que el tiempo mismo se encargue de aplacar su eterna procesión. Imposible no detenerme en una de las tiendas donde se puede comprar el apetecido cristal de bohemia, dado mi exiguo presupuesto y el excesivo precio que reza sobre las piezas no me permito más satisfacción que contemplar su exquisitez.

Sigo los pasos de la muchacha atravesando el puente Karlův, adornado por sus más de treinta estatuas barrocas, inconmovibles guardianes del paso peregrino de cientos, tal vez miles de ojos que se pierden sobre sus exquisitos detalles. Situado al centro del puente Karlův (Carlos), se esta en medio de las dos mitades de Praga la ciudad nueva y la ciudad vieja, divididas por el río Vitava, en la orilla izquierda los barrios Malá strana y Hradcany.

Todo Praga es historia, pasado, romanticismo y poesía, su historia monumental donde se funden estilos románico, gótico, renacimiento y barroco, haciendo de esta ciudad una de las mas bellas de Europa Central, pasear por Praga es como retroceder en el tiempo, casi como habitar un cuento de hadas con castillos, palacios y puentes, que contrastan divertidamente con los chiringuitos de salchichas picantes y choucroutt (un refinado símil de nuestras típicos carritos de sopaipillas con mostaza guardando las proporciones), comida preferida por los checos, bastante sabrosas debo confesar, sobre todo si se le acompaña por un buen Bramboracka, (un guiso a base de patatas), compro una salchicha y con un gesto algo rudimentario le ofrezco una a mi improvisada guía, la que ante mi sorpresa asiente. Caminamos lento sin decir palabra alguna, y cuando al fin me atrevo a articular palabra en mi mal ingles, veo que se aleja por una estrecha callejuela, camina deprisa y me despide con la mano, igual que un niño pequeño se despide en la estación de trenes.

Ya en Malá Strana, nada más que deleitarse capturando en la retina los palacios, jardines y la Impresionante iglesia de San Nicolás. Me acomodo en una de las mesitas de la pequeña cafetería y reviso mi ajado librito de turista, tratando de encontrar el barrio judío intentando descubrir las huellas de Kafka.

¿te perdiste? – Escucho desde la mesita a mi derecha en divertido español, mi nombre es Bozena, - me dice - mientras yo me pierdo en sus ojos pardos –, imborrable su sonrisa habría de quedarse en mi memoria.

¿Sabias que Mozart solía tocar el órgano en aquella iglesia? – me pregunta –

Ya me lo habían dicho, en el hotel me hablaron de ello – contesto

Pero seguro no sabias que los checos somos los descubridores mas exitosos de asteroides, mas de 500 de ellos llevan el nombre de algún astrónomo checo.- me dice orgullosa –No hago mas que sonreír, sin duda Praga es el centro mismo del universo y yo astrónomo aficionado he descubierto mi primera estrella, mi dulce Bozena.

Creative Commons License

    Creative Commons License
    Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons.
    Quedas en libertad de hacer uso de la obra escrita, bajo las condiciones establecidas en la licencia Creative Commons. Haciendo siempre referencia al autor y a este sitio

Vistas