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Alone






Un sol agónico apareció a medio camino sobre el asfalto haciendo relucir las blancas líneas segmentadas, como si fueran teclas de un piano bajo la luz de una vela. Se incendiaban los tonos mortecinos en el horizonte, los suaves tintes cobres y violetas sobre la cordillera capturaban su pupila provocando un balsámico efecto en su mente haciendo imposible ordenar las ideas.

Se acercó cuanto pudo al rostro de Sofía y se detuvo sobre la suave línea de su cuello, cerró los ojos y respiro profundo llenando los pulmones del delicado y dulce perfume que pese a las horas y los sudores de la noche se mantenía incólume como una segunda piel

¿Qué haces? – pregunto Sofía con expresión semi-espantada
- Nada, solo te huelo, me gusta tu perfume – contestó él con tono desolado
No vamos a comenzar ¡otra vez con lo mismo!... - sentencio Sofía

- ¿Te molesta?
Hummmmm…, la verdad…, si, un poco, me incomoda – añadió Sofía

Lo observó un momento brindándole media sonrisa y siguió escrutando el paisaje con fingido interés
-¡Esta bien!, eso, ¡eso es lo que tenías que decir!, es sencillo ves, ¡Hey basta me molesta!, bueno Sofía lo lamento

Súbitamente la carretera se apareció más larga y desierta que nunca, él sintió un extraño peso caer sobre sus hombros, y su mirada se clavo en las pequeñas luces rojas que continuaban a lo lejos su rauda procesión alejándose cada vez más y más. No supo por que había actuado de esa forma, habría echo cualquier cosa por no incomodar a Sofía, en verdad le caía muy bien y temió por un instante haberse farreado la oportunidad de conservar una bonita amistad, simplemente por ser impulsivo y poco atinado
¿Te enojaste? – Pregunto Sofía - hurgando con los dedos sobre la nuca de él
- no, na que ver, solo me relaje, es el calorcito aquí dentro nada mas – mintió - y siguió con los ojos las lucecitas rojas que se perdían tras la siguiente curva

La verdad no estaba molesto, al menos no con Sofía, le molestaba descubrir que había sido egoísta y vano, le molestaba aceptar que mas que estar con Sofía, en realidad quería estar con alguien, que importaba el nombre, solo deseaba sentirse querido, especial.

Los dedos de Sofía seguían hurgando la nuca de él, mientras el sol no era mas que un recuerdo fugaz sobre el horizonte. Un escalofrío recorrió su espina y alzo los hombros encogiendo levemente la cabeza presionando los dedos de Sofía contra su espalda

¿En serio no te molesta, que haga esto? – pregunto Sofía advirtiendo el efecto de su tacto –

Hubiera querido arrojarse sobre el pecho de Sofía y con los brazos haber rodeado su cintura, simplemente dejarse acariciar en la cabeza como un niño pequeño y así quedarse dormido, sin importarle revelarse frágil a los ojos de ella, abandonar por un instante la careta pétrea, el intento vano de soñarse indestructible cual molino que sacude a un quijote en su poblada soledad, sin embargo se mantuvo en silencio con los ojos perdidos en la incipiente noche observando como se apagaba la última lucecita roja tras la siguiente curva.

Exactamente, DEBIO, pero no se animo. La oportunidad (aveces) se presenta solo una vez.

Que bueno leerte, que bueno.

Muy pocos escriben como usted, me alegro que nos vuelvas a regalar la posibilidad de leerte (hay que ser generoso con el talento!! :)

un abrazo grande,

Petronila

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