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Escalofrío






Acercó su espalda al muro y sintió como el gélido cemento mordía su carne, la fría e invisible estocada del miedo atravesaba los sucios jirones en que se había convertido su camisa. Se mantuvo en silencio apretando los ojos con fuerza durante algunos segundos, intentando luego percibir las formas sumergidas en aquella penumbra casi absoluta, apenas un espectro de luz mas leve que el reflejo de la luna sobre el agua intentaba dibujar las líneas de aquella habitación. Esperó inmóvil junto al muro, como si su cuerpo mismo fuese una pieza de concreto.

Intentando controlar la agitada respiración, sintió que el silencio le oprimía el pecho con una mano etérea y poderosa. ¡De pronto un estruendo!..., un solo sonido, el batir de una puerta hirió sus oídos como púas afiladas que viajaban en sus ecos, aquel terrible y único sonido le daba cuenta de que él aun era la presa.

Se deslizó despacio contra la pared hasta quedar sentado, tapándose fuertemente los oídos con ambas manos, se mantuvo quieto conteniendo el aliento, tensando cada músculo de su cuerpo, esperando…. El miedo se paseaba despacio por su espalda haciéndole estremecer como a una brizna en la tormenta. Lentamente fue apartando las manos de sus oídos y espero atento, con los ojos muy abiertos, hurgando en la espesa oscuridad…, hasta que el eco de unos pasos le volvió a estremecer, apenas unos pasos desde algún sitio a su derecha, se acercaban poderosos. Se deslizó entonces contra el muro hacia su izquierda buscando escapar al horror de aquellos pasos. Se detuvo habiendo avanzando apenas unos pocos centímetros,… ahora desde la izquierda otro sonido paralizaba su avance, un eco sordo como el que hace un pesado cuerpo al arrastrase. Retrocedió lentamente hasta pegar nuevamente su espalda contrala pared, y aguardo… mientras el rumor de los pasos y aquel arrastrar abandonaban sus oídos, cesando de improviso, dando paso a un profundo y sostenido gruñido, y a la húmeda exhalación que se dejaba sentir a solo un par de centímetros de su cara, luego, otra vez la sordina… aquel maldito mutismo que no alcanzó a romper el grito de su ya destrozada garganta.

El cuerpo apretado y los ojos clavados sobre la escena, la segunda película de terror de la noche y seguía con el mismo entusiasmo de los primeros 15 minutos. La habitación en absoluta penumbra y exquisitamente silenciosa, en perfecta comunión con la mudez de la calle a las tres de la mañana… un fuerte portazo en la planta baja lo hizo caer de la cama

-¿!La..la lau…Lauraaa eres Tu!?


-Siii, Matías soy yo!, ya subo,.. Te dije que llagaba tarde ¿o no?...

-¿Matías?... ¿Matiiii….?


Las cortinas danzaron en la ventana con un gélido soplo que jugueteo en la nuca de Matías, quien sonrió nerviosamente, como siempre lo hacía tras cada escalofrío.

¿Sabes?, no suelo comentar en muchos blogs, leo muchos pero a veces me da pereza decir cualquier cosa o, sencillamente, no me gustó lo que leí y me fui como entré, en silencio. Pero es que a ti me apetece decirte que escribes del carajo, para que lo sepas.


Un beso y eso.

Muy bueno.
Las pelis de terror mejor a la luz del día ...por si nos metemos demasiado en la trama y esa presión sobre el pecho producida por el pánico no la siente solamente el primer actor.
Un saludo.

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