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Mal Sueño



Los ojos pegados en el techo, el tic-tac desde el velador revela el continuo avance del pasar de las horas, antes de que el sol despierte entre las montañas violetas las imágenes de las manos sobre su piel se pasean en el recuerdo y se hace mas intenso el peso en el pecho, respira, tiembla, respira hondo y el escalofrío en su carne se desliza por la cama en prolongada vibración, provocando el revolver de aquel cuerpo que descansa a su lado que parece revisar un sueño. Lentamente el cuarto se vuelve mas y mas claro, un tímido rayo tan pálido como sus manos acarician el muro y dibujan una línea que estalla en resplandor sobre aquel único espejo en la habitación, cierra los ojos y persiste el recuerdo, sus manos, sus labios, el batir de su cuerpo escapando en sudores al abrazo ajeno, el morder de las bocas y un gemido entre dientes vuelve a sus labios.

Un nuevo movimiento en el hemisferio opuesto de la cama anticipa lo cotidiano, poco a poco se vuelve sobre si y apoyada en su flanco solo le observa en silencio, ahí esta, siempre ahí como todas las mañanas desde hace tantas mañanas, el mismo cuerpo, la misma conocida geografía en la que ella ha sido desde hace tanto la única viajera, quisiera tocarlo deslizar su mano sobre su frente, despacio y lentamente despertarlo, que sean sus ojos la primera imagen que inunde su mirar somnoliento y divertido, pero no, no puede ni siquiera tocarlo, ni siquiera debiera mirarlo, sobre todo ahora, ahora que todavía no se ha disipado la imagen en recuerdo de aquel otro cuerpo, de aquellos gemidos entregados entre otros brazos que no son sus brazos, en ese calor que le quema la carne y la postrado con el corazón a dos mitades.

Lo mira, simplemente lo mira y descubre como la mañana lo besa en la cara dibujando y acentuando sus líneas cinceladas, el mentón firme en el que mas de una mordida tierna quedo plasmada, lo mira, ahí junto a ella tan desnudo como un niño, sumido en el manto de los sueños, casi indefenso y siente que el pecho se le cae a pedazos, que el nudo en la garganta es incontenible, y tratando de escapar cierra fuerte los ojos y solo consigue que aquel recuerdo sea mas claro, que su cuerpo brille en aquellos brazos, que la entrega a ese otro que no es su otro, que no es su cotidiano, su amado niño claro, le castigue el pensamiento, aquí esta, ya metido en su cuarto, en su misma cama, se pasea la culpa y se clava entre ambos ante su insomne y pequeña figura, la tibieza en sus manos le impide la diaria caricia, si tan solo pudiera volver a mirarle a la cara después de esta mañana, vestida en la mentira, solo es el comienzo de tantas malditas mañanas, de esperar sus ojos tras el sueño, del beso en la frente que le quema la carne, de su sonrisa alegre y buena al amparo de la siempre frágil y bendita ignorancia.

La noche lo abandona y sus ojos se lanzan sobre ella, la primera sonrisa del día le atraviesan la garganta, sus manos la buscan y al primer tacto rompe ella en tranquilo llanto, ¿Qué te pasa, esta mañana?, pregunta preocupado y la acerca con cuidado, ella lo toca y busca de entre sus mentiras una tierna sonrisa, nada, no pasa nada, solo ha sido un mal sueño.

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