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Último Trago










La música comienza. Abre con un suave golpear de baquetas, cuerdas de guitarra me regalan solitarias notas que se esparcen en el aire vibrando hasta mis oídos, haciendo que levante la mirada en busca del origen de ese canto que se oculta entre el humo de cigarrillo que reina en el bar como la niebla en el puerto.

Varado en mi isla de caoba circular cuento diez colillas aplastadas en un disco de cristal cincelado en miles de ángulos delicados que funcionan como prismas ante los débiles rayos que se atreven a llegar desde el escenario como espectros de neón. Las verdes botellas de cerveza me miran tristes desde una esquina preguntándose por que me bebí su alma y las condene al basurero.

En el escenario se despliega movimiento. A las cuerdas se incorporan las teclas de un piano sostenido en las manchas de alcohol de incontables copas trasnochadas de antiguos bohemios. Un alo de luz parte en dos el velo negro de las tablas en donde surge la voz que se oculta bajo la figura de una mujer que acaricia una guitarra y me canta casi al oído. Observo las mesas aledañas, una mujer de negros labios y de erótica mirada acaricia en el cuello y besa los labios de un hombre de ojos tristes.

Enciendo un cigarrillo y apuro otra copa. La fuerza del bajo hace eco en mi garganta y la nostálgica voz que entona desamor y soledad llena mis oídos. Vuelvo a observar los negros labios que ya no besan y en sus manos un cigarro se consume y se transforma en una hilera de cenizas suspendidas que acusan la falta absoluta de movimiento. El humo asciende raudo, formando curiosas figuras que aleja de su rostro con un suave y certero soplido, el pelo revuelto y brillante se derrama por su cuello, entonces me observa de reojo entre uno de los mechones que cubren parcialmente su rostro, sonríe divertida al descubrir que me turba el echo de que me haya atrapado contemplándole ahora que se ha quedado a solas. Desvió la mirada y simulo observar mi vaso y aunque yace vacío lo llevo a mis labios tratando de parecer natural, buscando un último sorbo antes de partir.

El murmullo de las voces ocultas por la música se levantan del letargo tras un largo aplauso con el que despiden a la chica de la nostalgia que huye tras bambalinas, transformando el escenario en un campo desierto

El humo del cigarro invade mis ojos arrancando sendas lagrimas que huyen por las mejillas, tras estas vienen otras que nacen desde el pecho y atraviesan la garganta, nuevamente llevó el vaso a mis labios olvidando su vacío, tu mano fría detiene el inútil trayecto, de algún modo ya estas frente a mí, ni siquiera he advertido tus pasos. Sostienes mi mano y lentamente mientras me miras a los ojos sin decir nada viertes en mi vaso una generosa porción de tu veneno.

no hay mana más peligroso que el último trago..es una apuesta arriegada...

adios y saludos que estoy de vacaciones y voy por mi primer trago.

la muerte...se nos presenta cuando se nos tiene que presentar en cualquier formato.

Un trago es mejor que muchas otras formas, no?

besossssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss al pajarraco mal portado

Petra

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