« Home | Amanda » | Sorpresa de aniversario » | Escalofrío » | Ñam, Ñam » | Hace algunos días » | Jillian » | En algún lugar » | ¡Clup!, ¡Clup!, ¡Clup!, » | Lenguaraz » | Trazos »

Tres


La espesa nube de humo parecía suspenderse en el tiempo y el espacio, recortándose duramente bajo un halo de luz amarillenta. Los ojos de Agustín siguieron atentos el leve zigzaguear de la pequeña lámpara colgante sobre la mesa. Frente a él, Mariana lo observa fijamente en silencio, sus ojos negros apenas asomaban sobre el abanico de naipes entre sus manos.
Solo es el tren de las diez, relájate –dijo pausadamente Mariana

- ¡QUE!, ¿Qué cosa?....

El tren de las diez –repitió Mariana alzando una ceja -, es por eso que se mueve la lámpara, no esta temblando, relájate… bueno, si esta temblando pero no es esa clase de temblores, tú entiendes

- ¡Relájate tú yo estoy perfectamente! – dijo
Agustín apartando la vista de la lámpara que aún bailaba sobre su cabeza, haciendo brillar una gruesa gota de sudor que comenzaba a rodar sobre su frente.
Mariana no cesaba de morderse el labio inferior mientras volvía los ojos a su juego, salvo por ello y por que se había tomado la molestia de hablar habría sido necesario tocarla para saber si estaba viva.

- Un tres, ¡un maldito tres! Apenas una sola maldita carta para completar la mano y ya está. Ja, ja, ja ya te tengo, te acabas de delatar maldita perra, eres mía… estas a una, veremos quien se ríe después- pensó Agustín observando fijamente a Mariana
Agustín apuró el último sorbo de ron y encendió otro cigarrillo. Lo había perdido todo durante aquellas dos últimas noches, aquellos cigarrillos, su ropa y su orgullo herido eran hasta hace un par de horas sus únicas posesiones, cada vez era lo mismo. Noche tras noche se dejaba arrastrar hasta la mesa de juego de Mariana. El irrefrenable deseo de vencerla había terminado por convertirse en su único norte. Como odiaba a esa mujer, ¡dios como la odiaba!, ¡nadie podía tener tanta suerte!, pero eso estaba cambiando esta noche, esta noche era su noche, por fin había comenzado a ganar.

Agustín no sabía con claridad que odiaba más de aquella mujer, si su tamaña suerte o esa desesperante actitud, serena como una piedra, en absoluto inexpresiva, hablaba lo justo y no bebía una sola gota de alcohol durante el juego, solamente se permitía un trago de vodka al final cuando ganaba, como siempre. Aquellas dos últimas noches y tras horas y horas de perder en aquella mesa, Agustín fue descubriendo algunos gestos repetidos en Mariana, leves señales en su juego. Si tenia mala mano se mordía muy levemente el labio inferior, y antes de ganar la partida, antes de rematar a su victima se dibujaba en su boca aquella maldita media sonrisa, ese gesto de altivez que le abofeteaba el orgullo.

La muy arrogante hasta se arremangaba las mangas para “evitar suspicacias” solía decir la desgraciada siempre antes de iniciar la mano, obligando sin siquiera pedirlo a imitar el gesto de fair play, y aunque Agustín jamás le quitaba los ojos de encima siempre ella de alguna u otra forma terminaba por ganar.

Agustín fijó los ojos sobre el pequeño mazo de cartas, era su turno para recoger, avanzó la mano y la dejo descansar largos segundos apenas a un par de centímetros sobre el mazo. Su futuro estaba en juego y la posibilidad de recuperar todo cuanto había perdido y de paso hacerle daño a la maldita bruja, lo tenía encendido. Su golpe final estaba en esos momentos seguramente aguardándolo bajo la punta de los dedos.

Mariana mordía su labio incesantemente. Agustín lo advirtió y retiró la mano despacio. Mmmm esto esta bueno, ya ¡te tengo maldita! –Pensó- mientras Mariana lo miraba directo a los ojos sin siquiera pestañear.

Agustín sonrío, por primera vez tras esas noches era él quien sonreía. Llenó su vaso de ron y se echo un trago generoso, ya comenzaba a sentirse triunfador, la sola idea de ver el rostro desencajado de aquella maldita bruja lo llenaba de satisfacción, no podía perder, ¡era imposible!, había estado pendiente de cada movimiento y había contado los naipes, cada figura, una por una se habían quedado con precisión en su mente, el próximo naipe tenia que ser un tres de picas, esta era la noche, su noche. Ya había recuperado la mitad de sus perdidas, estaba confiado y no dudo ni un instante en aceptar el doble o nada en esta última mano, ¡te voy a dejar seca hija de puta!- murmuraba Agustín mientras imaginaba ese tres de pica

Agustín respiro profundo y puso los dedos con seguridad sobre el mazo, sin apartar la vista de Mariana que observaba la maniobra mientras seguía mordiéndose el labio. Tomó la carta con la punta de los dedos y con el índice la deslizó lentamente hacia el, la alzó hasta sus ojos sin dejar de mirar a Mariana, y por un segundo se quedo pegado en el delgado hilillo de sangre que brillaba sobre el labio que ella ya venia mordisqueando durante toda la noche. Dejó que sus ojos bajaran lentamente hasta la carta y ¡Ahí estaba!, ¡no lo podía creer!, después de todos sus cálculos, entre sus dedos… ¡un maldito seis de corazones!
Agustín quedo paralizado, no lo podía creer, sus manos comenzaron a temblar, “Tienes sangre en el labio” - le dijo con tono entrecortado a Mariana.

Haaaa… esto –dijo mariana limpiándose con la punta de los dedos- no te preocupes es una mala costumbre, siempre me muerdo los labios cuando los tengo partidos, mal habito, no lo hagas… te acostumbras, es que con este maldito frío-Si tienes razón, ya estoy sintiendo el frío –contestó Agustín al abandonar su silla, mientras Mariana sonreía y se preparaba otro vaso de vodka.

Hay algo que sobre el tapete verde se llama "ir de farol" cuando, en la vida, todos lo denominamos MENTIRA.

Lo importante no son las cartas que te toquen, eso sólo es suerte, lo verdaderamente importante es cómo las juegues. Eso ya es de ARTISTAS.

Un beso.
Me encantó, como siempre, ya lo sabes.

Publicar un comentario

Creative Commons License

    Creative Commons License
    Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons.
    Quedas en libertad de hacer uso de la obra escrita, bajo las condiciones establecidas en la licencia Creative Commons. Haciendo siempre referencia al autor y a este sitio

Vistas