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Recursos inhumanos



Subió los últimos tres escalones y con desgano abrió la puerta de la oficina. Aquella mañana, el despertador le había sacado de la cama un poco antes de que el sol se levantara, antes de que sus pobres rayos se atrevieran a pasear tímidamente sobre el rostro frío y sucio de la ciudad.

Se acercó a la ventana junto a su escritorio y no pudo evitar el bostezo mientras subía las persianas. Tras la ventana de aquel cuarto piso, recién se adivinaban los miserables matices del comienzo de un nuevo día de invierno. La calle poco a poco se iba llenando de los mismos viejos sonidos, el rumor de los motores que le cantan serenata al rojo del semáforo, la risa poderosa del gordo que vende café al paso a uno que otro entumido somnoliento, las notas lejanas de un piano que parece ahogar los desvelos de un desconocido maestro en la vecina facultad de música, -¿tal vez esta atrapado… igual que yo?-, murmuró mientras los demás compañeros de oficina comenzaban a ocupar sus respectivos lugares. Se sonrió burlón al observar el reflejo de sus colegas en la amplia ventana, sus mecánicos e idénticos movimientos les hacían ver como verdaderos autómatas, ¡hasta se peinaban parecido!... todo el pelo hacia atrás y muy brillante por el exceso de gel, ja,ja,ja, la verdad parecía un casco, ¡pobres idiotas!, -murmuró- cada mañana es lo mismo. Tenía razón. Cada mañana era igual, una copia exacta del día anterior salvo por los eventuales memorandum de la Gererencia de Recursos Humanos, claro.

Hasta el estúpido juego que otrora le divirtiera cada mañana le estaba resultando aburrido. Solía divertirse a costa de sus colegas anticipando sus movimientos, le gustaba ir relatándolos en voz baja y en tono perentorio, como si le diera instrucciones precisas que ellos acataban de inmediato, le divertía saber que aquellos imbeciles, eran incapaces de variar en lo mas mínimo su ya archiconocida rutina.

Ahora bien, -comenzó a decir despacio, y sin quitar la vista del imbécil de turno, se tomaba el pulgar como si fuera un bastón de comando a distancia - vamos a ver -uno; te quitaras el abrigo y lo dejaras perfectamente colgado en el tercer gancho de la izquierda como cada día y, -dos; revisaras los bolsillos y te aseguraras de que esta firme el nudo de tu corbata, - tres; ordenaras por colores y tamaños los lápices en el pequeño recipiente negro que te sirve de portalapiceras, lo giraras con dos vueltas de muñeca teniendo cuidado que el logotipo de esa empresa-que no es la nuestra- quede mirando hacia el muro de modo que nadie lo advierta –cuatro: tomaras el teléfono y limpiaras el auricular con tu pañuelo que siempre guaras en el bolsillo derecho de tu pantalón – cinco; colocaras el retrato de tu mujer y tus niños a un costado de la pantalla de la computadora, teniendo cuidado de dejarlo inclinado unos veinticinco grados a la derecha de manera que cuando te sientes de la impresión de que te observan trabajar, -Seis; encenderás la computadora y te quedaras todo el día sin ver mas que la pantalla. Uff, que tedio ¡cuando alguno de estos imbeciles va a dar señales de vida!

Habían dos o tres puntos mas todavía en ese juego pero lo dejo, advirtió que incluso aquello era una rutina, -mierda me estoy contagiando-se dijo mientras un escalofrío le recorría la espalda, y se dispuso a comenzar el día. Estaba cagado había caído en su propia e inevitable rutina. Se quitó el abrigo y lo dejo sobre el respaldo de la silla, aunque esta acción estaba expresamente prohibida según el memorandum N° 27-C de la G.RRHH “queda expresamente prohibido el uso de los asientos de la oficina para cualquier otro fin que no sea el adecuado y ergonométrico soporte corporal del funcionario, para sus labores habituales y de estricto interés de la empresa, cualquier prenda de vestir denomínese; abrigo, chaquetón, corbata, cortavientos, chalecos o similares deben ser dispuestos en los percheros situados en cada uno de los pilares colindantes con la vía de evacuación”.
¡A la mierda!, -pensó- y se dejo caer pesadamente sobre su asiento, echo la cabeza atrás e hizo girar la silla jugando al trompito, recordando la última visita al museo, recordó la cara de fastidio de los demás visitantes que observaban impacientes como él daba vueltas y vueltas en una silla que demostraba el principio de la fuerza centrifuga.

¡Gutiérrez! Que cree que esta haciendo- la voz chillona de la vieja secretaria de finanzas lo paro en seco

- Estimulando las neuronas Srta. Eva - ¿Qué no recibió el último memorandum de G. RRHH?

¿Cual memorandum Gutiérrez?, yo reviso a diario mi correo.

- Bueno el A-305, en que la G.RRHH “establece que cada uno de los funcionaros debe cuando menos girar en su asiento con los ojos cerrados por intervalos de cinco a diez minutos cada 3 horas de exposición frente a la pantalla de la computadora. Se ha demostrado científicamente que el movimiento continuo hacia la derecha estimula la sinapsis, por medio de la irrigación sanguínea, obteniendo como consecuencia la correcta oxigenación del cerebro, y así ayudando a mantener una mejor productividad, estimulando ambos hemisferios del cerebro”, ¿no me va a decir que no sabía srta. Eva?

¡Pero si son recién las 08:15 de la mañana Gutiérrez¡-dijo la vieja abriendo excesivamente los ojos

- Es que ayer olvide hacer los de la tarde y me estoy poniendo al corriente srta. Eva –dijo Gutiérrez haciendo un esfuerzo supremo para no reír, de echo frunció el seño en claro reproche, ¡como no podía saberlo!

Lo revisare Gutiérrez, lo revisare –dijo nerviosamente la vieja mientras se alejaba por el pasillo

Vieja idiota... es capaz de agarrar una piedra caliente si se lo ordenaran por escrito, ja, ja, ja-no pudo evitar la risa con el solo hecho de imaginar a la vieja dando vueltas en la silla-. Gutiérrez estaba seguro que la vieja secretaria de finanzas tendría un colapso nervioso si al estirar la mano alguna mañana, descubriera que alguien movió su engrapadora de su ubicación habitual. Seguro se quedaría esperando el memorandum que le dijera como debe mover la mano para agarrarla.

Gutiérrez da un último vistazo a la calle mientras enciende la computadora. Las personas caminan apuradas en ambas direcciones, ¿adonde irán a morir cada día?-se pregunto-, un pequeño beep le hizo saber que a sus espaldas la computadora ya estaba perfectamente dispuesta a consumirle la vida a pedacitos. Observo el reloj de la pared apenas las 08:30 hrs. Un largo camino hasta las 18:00, en fin, es lo que hay-se dijo-. El maldito reloj parecía reírse desde lo alto, contemplando como los silentes autómatas se tornaban en parlanchines seres que daban y recibían ordenes a otros autómatas, de los cuales solo conocen su nombre o escalafón administrativo y que solo pueden imaginar su apariencia, según el tono de voz que les llega desde el otro extremo de la línea telefónica. El teléfono de Gutiérrez también suena, justo a las 08:30, el extraño rito de las 08:30, los teléfonos parecieran sonar al unísono a las 08:30, no a las 08:29 ni a las 08:31 sino que a las ¡MALDITAS 8:30! como en un evento surrealista. Gutiérrez lo deja sonar, no va a contestar esta vez, de hecho le baja el volumen al timbre del teléfono y se dedica a mirar por la ventana, a mirar el único árbol que queda en la cuadra y que por suerte da justo frente a su ventana. Aquel añoso ser que contrariando al paso de las estaciones aún conserva el verde en sus hojas, Gutiérrez no puede evitar sonreír complacido, “otro que se pasa por el culo las reglas, se ve que te importa una mierda el invierno querido arbolito, menos mal que no estoy solo, pero difícilmente me podrías acompañar al bar de la esquina, que lastima”.

¡Gutiérrez!... -la vieja secretaria de finanzas esta plantada frente a su escritorio- haga el favor de contestar el teléfono ¿no ve que lo estoy llamando?

Es que no lo escuche srta. Eva, además nuestros escritorios están a escasos seis metros, es mas saludable caminar hasta acá le hace bien caminar sabe

¡¡¡QUEEEEE!!!..., acaso no leyó el memorandum A-214 de La G.RRHH que prohíbe todo desplazamiento innecesario en jornada laboral, los únicos movimientos autorizados para el personal en los pasillos de este piso son para el uso de sanitarios, salida y entrada para hora de almuerzo, emergencias por fuerza mayor, llámese terremotos, incendios, huracanes, inundaciones…

¿Ataques extraterrestres también? –Interrumpe Gutiérrez- digo por si acaso, haaaa nooo, verdad que según La G.RRHH ningún extraterrestre puede invadirnos en horario de oficina ¿verdad Srta. Eva?, a menos claro que trabaje aquí ¿verdad?, seguro que eso lo ve el Departamento de comercio exterior.

¡No se haga el gracioso y deje de perder el tiempo!. Usted sabe de sobra que soy la encargada de este piso y debo velar por las inteligentes órdenes de nuestra la G.RRHH. sin las normas esto sería un caos. El debacle total. Además debe bajar las persianas Sr. Gutiérrez, recuerde que esta expresamente prohibido mantener las persianas abiertas en horario laboral, según el memorandum V-142 de La G.RRHH esto atenta contra la productividad de los funcionarios actuando como elemento distractor de la organización, restándole productividad y eficacia, ¿No lo leyó acaso Gutiérrez?, el memorandum L-457 establece la obligatoriedad de leer y tomar conocimiento de los memorandum, para todos los funcionarios

Mmmm, creo que no, estaba leyendo el A-305, el que establece hacer los ejercicios estimuladores de la sinapsis

¿Cuál? –dice la vieja mostrándose desencajada al no poder recordar aquel maldito memorando

-El A-305- ese fue el memorandum Srta. Eva, el de la silla giratoria, ¿no se acuerda?, recuerde el intervalo es “Cada 3 horas”-, a eso de las 11:30, r e c u é r d e l o, -Gutiérrez pronuncio la última palabra pausadamente, para que se le quedara impresa a la vieja en lo que alguna vez fue el cerebro. Seguro una vez tuvo uno, pero lo dejo en la oficina de RRHH cuando firmó el contrato, “pobre vieja” -se dijo Gutiérrez, casi sintió pena por ella, que sería de ella sin sus memorandum, sin nadie que le dijera como actuar, como pensar, como comer, como cagar (y cuanto rato)- el memorandum B-632, de La G.RRHH establecía que los tiempos de uso de los sanitarios no podían en ningún caso exceder del 3% sobre el total de minutos de la jornada diaria para los hombres y un 6% para las mujeres, algo así como 15 y 25 minutos respectivamente atendiendo al genero). Ja, ja, ja, sería extraño ser despedido por cagón, se vería realmente mal en el finiquito –pensó Gutiérrez mientras se disponía a levantarse para prepararse un café. ¡RINNNGGGGG!, ¡RINNNGGGGG!, el maldito teléfono lo atrapó antes que dejara el escritorio, en la pantalla el anexo 7565 titilaba frenéticamente. ¡Vieja de mierda que quiere ahora!, Gutiérrez dirigió la vista hacia el escritorio de la vieja secretaria de finanzas. La vieja hacia frenéticos gestos con el índice señalando el teléfono en su escritorio. Gutiérrez lejos de tomar el teléfono como la vieja quería, se encamino hacia el fondo del pasillo, hasta el escritorio de la vieja. Mientras agitaba su taza de café aun vacía.

¿Le sucede algo a su teléfono srta. Eva?-La vieja abrió los ojos como dos platos y colgó con tal fuerza que hizo sonar el timbré del teléfono, una vena del cuello parecía al borde del colapso

La idea es que tome su extensión Gutiérrez ¡no ve que lo ESTABA LLAMANANDO!
Bueno ya estoy aquí, dígame en la que puedo servir - dijo Gutiérrez tranquilamente ensayando la risa mas sarcástica posible

¡Nada solo había olvidado señalarle que hoy usted viste una camisa gris, en consecuencia y clara contravención a lo dispuesto en la normativa de vestimenta para el personal masculino!, según el memorandum V-78, se establece que para los días Lunes; Martes; y Miércoles el color de la camisa debe ser ¡B L A N C O!, Jueves y Viernes ¡C E L E S T E!

Bueno Srta. Eva lo lamento, no le había comentado que soy daltónico y los tonos oscuros los veo blancos y viceversa.

La vieja se puso pálida y bajo la mirada, heee, heee bueno no lo sabía perdone Gutiérrez es entendible, lo haré saber a la G.RRHH, para que se tomen las medidas pertinentes, estudiaremos su caso.

Esta bien, Srta. Eva, se lo agradeceré-dijo Gutiérrez dando se la media vuelta en dirección a la maquina de café

-Espere Gutiérrez, -le atajó la voz chillona de la vieja a sus espaldas-, supongo que se va a preparar un café ¿verdad?, por que le recuerdo que según el Memorandum C-32, queda terminantemente prohibido consumir cualquier tipo de líquidos en los puestos de trabajo, dicha norma es complementaria del memorandum E-355 que establece el cuidado y mantención de los elementos de oficina, entendiéndose tales como Teclados, CPU, aparatos telefónicos, calculadoras y cualquier otro artefacto no definido en el presente documento y que deba servirse del consumo de energía eléctrica para su normal funcionamiento, ¿recuerde el incidente Maturana?, ya ve usted el lío que origino.Como olvidar el incidente Maturana Srta. Eva, creo que hasta cayó el valor del dólar esa vez –Gutiérrez no pudo evitar sonreír al recordar la cara del imbécil de Maturana, cuando dejo caer la taza de café sobre el monitor de su computadora, el golpe eléctrico le lanzo de espaldas, la vieja Eva gritaba desesperada mientras pedía el numero de emergencias

¡No es gracioso!, recuerde que es por su seguridad y la de la oficina Sr. GutiérrezMaturana Hijo de Puta, por tu culpa se acabo el café de la mañana-se dijo Gutiérrez mientras le lanzaba una rápida miraba a Maturana que tecleaba absorto en su puesto de trabajo

Lo se, no se preocupe es solo para beber un poquito de agua, es la hora de mis medicinas sabe, es la pastilla para controlar mi daltonismo, huyyy, ya me esta viniendo un ataque, le estoy viendo el pelo azul Srta. Eva, permiso…
Es Que…. –Gutiérrez se dio media vuelta y dejo a la vieja con alguna otra estupidez en la boca.

De eso hace ya dos semanas mas o menos ¿como estará la pobre vieja?, pobre Eva, hace dos semanas que la pasaron a retiro, la jubilaron por “motivos de salud” según nos habían comunicado al personal de la oficina, según dicta la norma en conformidad a lo dispuesto en el Memorandum H-29. Había tenido una crisis nerviosa se comentaba en los pasillos de los otros pisos, una fuerte rabia y a su edad, pobre.

Gutiérrez movía la cabeza mientras miraba por la ventana, observando como nacía un nuevo día de invierno y no pudo evitar la risa recordando aquel Martes hace dos semanas, ese día habría estado como cualquier otro mal Martes, gris y repetido si no hubiera sido por las carcajadas poderosas del Gerente de RRHH, que inundaron el piso al observar a la pobre Eva girando y girando sobre su silla para estimular la sinapsis de su pobre cerebro, justo a las 11:30, ni un minuto antes ni un minuto después.

Qué agobio... tantas normas.
De todas formas, la rutina es un buen refugio.

me creés que yo di durante cuatro años un curso de escritura administrativa?

TRabajo en un establecimiento educacional y veo algunas de las conductas que mencionas, esas oficinas necesitan de personas que hayan sido preparadas para cumplir esas rutinas
J Carlos

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