« Home | Deja vu » | Sinfonía » | El Viajero » | Reflexión de un intervalo demente » | Jauría » | Adán-X » | Recorrido quimérico » | Cayendo en Sevilla » | Mañana (final) » | Mañana ( Parte I) »

Pesky po Praze



El día soleado y los coloridos ropajes de los paseantes, parecen flores en una no tan calida primavera. Camino sin prisa atravesando la Plaza Venceslao que en impronunciable checo se dice Václavské náměstí, y como es natural mi conocimiento de esta lengua es nulo, no hago mas que masticar los fonemas al tratar de nombrarla y así tratar de sorprender a la bella checa de ojos pardos que camina a unos pasos delante de mi.

Las antiguas construcciones hablan de un pasado esplendoroso y desde un punto distante me mira San Venceslao, -uno de los santos patronos de la república checa -, parece adivinarme forastero y a mi paso casi puedo sentir que sus ojos me siguen inquisidores al descubrir mi asombro ante la magnificencia del Museo nacional Národní muzeum, que contrasta tras la figura del curioso Venceslao, leo en voz alta la placa en el muro del museo Národní muzeum, una risita desde la izquierda me hiela la espina, volteo y descanso la vista en sus ojos pardos, ahí esta otra vez y no tengo las palabras en checo, intento entonces en ingles, en muy mal ingles de explicarle quien soy y de donde vengo, sonríe con mas ganas ante mi fútil intento y se aleja, creo que ni en perfecto checo le interesaría lo que intento decirle, se aleja y tras un breve momento se vuelve hacia mi, observándome curiosa, da dos pasos hacia atrás y se encoje de hombros como si esperara mi próxima torpeza.

Tras unos minutos de grato caminar por un vieja calle, me detengo expectante ante el orloj (Reloj Astronómico), que sentencia el implacable paso del tiempo desde lo alto de la torre del antiguo ayuntamiento, cada hora las ventanillas de la torre se abren liberando las curiosas figuras que lo habitan en lo alto desde tiempos sin memoria, tres de ellas agitan la cabeza negativamente y la cuarta una representación de la muerte la mueve asintiendo y abriendo la boca para arrancarlos del mundo atormentando las figuras horas tras hora, mientras los doce apóstoles desfilan tras dos pequeñas ventanas, (La leyenda cuenta que los concejales de la ciudad dejaron ciego al artesano que hizo el reloj para que ninguna otra ciudad pudiera tener un reloj semejante), el canto de un gallo concluye el paseo de tan curiosa y muda procesión de figuritas, así cada hora por los siglos de los siglos, o hasta que el tiempo mismo se encargue de aplacar su eterna procesión. Imposible no detenerme en una de las tiendas donde se puede comprar el apetecido cristal de bohemia, dado mi exiguo presupuesto y el excesivo precio que reza sobre las piezas no me permito más satisfacción que contemplar su exquisitez.

Sigo los pasos de la muchacha atravesando el puente Karlův, adornado por sus más de treinta estatuas barrocas, inconmovibles guardianes del paso peregrino de cientos, tal vez miles de ojos que se pierden sobre sus exquisitos detalles. Situado al centro del puente Karlův (Carlos), se esta en medio de las dos mitades de Praga la ciudad nueva y la ciudad vieja, divididas por el río Vitava, en la orilla izquierda los barrios Malá strana y Hradcany.

Todo Praga es historia, pasado, romanticismo y poesía, su historia monumental donde se funden estilos románico, gótico, renacimiento y barroco, haciendo de esta ciudad una de las mas bellas de Europa Central, pasear por Praga es como retroceder en el tiempo, casi como habitar un cuento de hadas con castillos, palacios y puentes, que contrastan divertidamente con los chiringuitos de salchichas picantes y choucroutt (un refinado símil de nuestras típicos carritos de sopaipillas con mostaza guardando las proporciones), comida preferida por los checos, bastante sabrosas debo confesar, sobre todo si se le acompaña por un buen Bramboracka, (un guiso a base de patatas), compro una salchicha y con un gesto algo rudimentario le ofrezco una a mi improvisada guía, la que ante mi sorpresa asiente. Caminamos lento sin decir palabra alguna, y cuando al fin me atrevo a articular palabra en mi mal ingles, veo que se aleja por una estrecha callejuela, camina deprisa y me despide con la mano, igual que un niño pequeño se despide en la estación de trenes.

Ya en Malá Strana, nada más que deleitarse capturando en la retina los palacios, jardines y la Impresionante iglesia de San Nicolás. Me acomodo en una de las mesitas de la pequeña cafetería y reviso mi ajado librito de turista, tratando de encontrar el barrio judío intentando descubrir las huellas de Kafka.

¿te perdiste? – Escucho desde la mesita a mi derecha en divertido español, mi nombre es Bozena, - me dice - mientras yo me pierdo en sus ojos pardos –, imborrable su sonrisa habría de quedarse en mi memoria.

¿Sabias que Mozart solía tocar el órgano en aquella iglesia? – me pregunta –

Ya me lo habían dicho, en el hotel me hablaron de ello – contesto

Pero seguro no sabias que los checos somos los descubridores mas exitosos de asteroides, mas de 500 de ellos llevan el nombre de algún astrónomo checo.- me dice orgullosa –No hago mas que sonreír, sin duda Praga es el centro mismo del universo y yo astrónomo aficionado he descubierto mi primera estrella, mi dulce Bozena.

Creative Commons License

    Creative Commons License
    Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons.
    Quedas en libertad de hacer uso de la obra escrita, bajo las condiciones establecidas en la licencia Creative Commons. Haciendo siempre referencia al autor y a este sitio

Vistas