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Mañana ( Parte I)

Oleo de: Susana Soto Poblete





03 de Noviembre

Marcela me dijo que tengo treinta y seis años. La verdad, al repasar las líneas de los años impresas en mi rostro parezco diez años más viejo de lo que ella cuenta.

05 de Noviembre

Marcela tiene treinta y nueve. Al menos eso es lo que ella declara, tiene el cabello rubio, no muy largo, apenas un par de centímetros bajo la línea de los hombros, sus ojos verde oscuros le otorgan el privilegio de ostentar una mirada cautivante y sombría. Marcela ciertamente tiene buena figura.

Hoy a la hora de almuerzo, justo cuando Marcela dejaba la bandeja sobre mis piernas, le dije que tenia linda figura, ella esquivo mis ojos y sonrió brevemente, levantó un par de centímetros de su falda y se observó las piernas, luego dijo que buena figura había tenido diez años antes, Antes de los treinta la mujer es solo geografía – le dije –, a tu edad, cada palmo de piel ofrece el misterio de descubrir uno a uno los dulces secretos que te ofrece la experiencia. Entonces Marcela me miro directo a los ojos, no había en ellos atisbos de la braza intensa del deseo muy por el contrario, la ternura hizo presa de ellos, toco mi mejilla y antes de que se pusiera a llorar me dejó un beso en la frente.

08 de Noviembre

Hoy por la mañana he sentido un fuerte dolor de cabeza, y he sangrado mucho por la nariz, no puedo imaginar lo ridículo que debo de verme con los algodones embutidos en las fosas nasales, a la incomodidad de estar obligado a respirar por la boca se le ha sumado también la resequedad de la misma, tengo mucha sed y la jarra de agua en la mesita de luz yace tan vacía como mi cabeza. Cuando escribo que no puedo imaginar lo ridículo que debo de verme con los algodones embutidos en las fosas nasales, es literal, de pronto he constatado que no recuerdo mi cara, cierro los ojos e intento concéntrame, pero no puedo construir imagen alguna, todo lo que no esta al alcance de mi vista no existe, tal reflexión me perturba.

Durante la mañana ha venido una mujer rubia, se presentó como Marcela, dejó algo sobre mis piernas, luego el silencio se hizo entre nosotros. Me quede observando lo que yacía sobre mis piernas, luego mire a la mujer, ella me devolvió una mirada lastimera, “eso es el desayuno” -me dijo-, luego saco una libretita de uno de sus bolsillos he hizo una anotación, se sentó en el borde de la cama y uno a uno fue tocando los objetos repartidos sobre la “Bandeja” eso fue lo primero que señaló, luego, “Tazón”, “Pan”, “Café”, “Mantequilla”, “Azúcar”, “Cucharilla”, “Leche”, Todo en su conjunto es un desayuno, Me dijo que hay de varios tipos, no se a que se refería. Me señalo que y como debía comer y beber. La experiencia de los sabores es única cuando se tiene por vez primera, La mujer… Marcela deslizo sus manos sobre mi cabeza ordenando mi cabello, le dije que no sabía como era yo, que mi rostro era hasta ese momento la angustia de la incertidumbre. Marcela sacó un espejo de la mesita de luz y lo puso frente a mí, me estremecí al contemplar la imagen. Marcela me dijo que sufría del síndrome de perdida de memoria selectiva, me explico que el cerebro elimina arbitrariamente cualquier vestigio de memoria sobre objetos, personas, experiencias, sobre el ser mismo si se quiere, que existen picos de transito mas agudos que otros dependiendo de un proceso químico alterado que interrumpe la sinapsis, para mi aquello fue mas que una simple revelación, observe el cuaderno entre mis manos, cada una de sus hojas fechadas daban cuenta de la suma de los días perdidos. ¿Cómo es posible que recuerde las palabras? – Pregunte sin quitar la vista del cuaderno –, nadie sabe –respondió Marcela, esa es otra interrogante de este mal, hay días en que también olvidas como escribir, incluso hasta como hablar, eso si eso ocurría en contadas ocasiones denominadas como periodo de crisis, pero no te preocupes, mañana no te importara. ¿Quién soy? –le dije- Marcela se dirigió entonces hasta un pequeño estante y cogio varios cuadernos idénticos al que yacía entre mis manos, ¿Quién soy? –Repetí-, No lo se –dijo Marcela- no puedo responder a esa pregunta, y dejo los cuadernos sobre mi cama, y antes de cerrar la puerta señaló, ¿Sabe alguien verdaderamente, quien es?

Me quede en silencio, observando cada rincón de la habitación, comprobando que cada objeto que allí reposaba no evocaba ni la más mínima cuota de familiaridad, me quede con la mirada fija sobre la docena de cuadernos en la cama y de pronto el terror me invadió, ¿y si había sido yo un asesino?, ¿si el resumen de mis días no era mas que el cúmulo de experiencias desafortunadas?, ¿y si en aquellas paginas no existe la palabra amor, madre, hogar, ni mi nombre?. Mi nombre aquello tampoco lo sabía, Marcela no me había llamado por nombre alguno esta mañana, vanamente hice el intento de buscar imágenes en mi cabeza, con los ojos cerrados y tratando de encontrar la perdida calma, busque y busque sin éxito, ¡NADA!... nada mas atrás de los eventos ocurridos durante la mañana,… mañana… aquella palabra ahora se hacía implacable en su entero significado,… mañana, el mañana ya no era mas, aquello es una estocada fría cuando todo el ser no es mas que verbo presente.

Joer... ya podías haber puesto el relato entero, no se hace largo eh!

En fin, habrá que esperar, supongo.

MO.

(Errrr..., ahora que estamos solos te contaré un secreto: no me llamo Penélope y eso. MO viene de MOntoya. Es una larga historia).

(No estamos solos, acabo de caer, está Tesa. Pero bueno, Tesa ya es una vieja amiga).

me ha gustado tu post, es una magnífica adaptación, aunque deberé esperar para ver la conclusión. un saludo, un placer leerte

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