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Recorrido quimérico

Death on a Pale Horse
Pintura: Joseph Turner (England)
Desde Turner a Van gogh


Un caballo pálido muestra los huesos descarnados ofreciendo las entrañas de su jinete en un acto que desafía los colores y se prepara para sembrar la muerte y desolación, descansa sobre blancas arenas de un desierto incierto construido en el imaginario del creador de mundos difusos, arquitecto de imágenes cargadas de matices terracotas, de sombras y de luces que se mezclan y confunden ante mis ojos danzando fatuas en su genio. Me paseo por su cuello en busca de su lomo carcomido por el tiempo, insisto en el recorrido solo para estrellar mis ojos en las sombras que se revuelven y palpitan en nuevas formas que amenazan con estallar en cualquier instante para continuar sorprendiendo mi curiosidad insolente.

Las arenas se mueven y en el cielo las nubes me invitan a seguirlas, extiendo entonces las alas y me lanzo al infinito. Las nubes me reciben revolcándose confundidas, venciéndose en tiránica orgía de colores y sombras. Abajo, en las arenas ocultan los despojos de árboles devorados por la aridez del olvido, avanzo entre las nubes cargadas de lujuria para cruzar la ciudad de altas paredes teñidas de cobres colores, en donde los hijos de Acis se esconden temerosos de las rocas de Polifemo, mientras la nereida les mira triste desde las alturas y ya nunca mas desde la costa, elevando una plegaria para no volver a convertir la sangre en agua.

Continúo el recorrido descubriendo nuevas costas de arenas oscuras y de cielos mas azules, de horizontes no definidos perdidos tras el brillo de la espuma que golpea las rocas del este, me acerco a su único habitante y vuelo circundante su espigada figura sin hojas como recordando que alguna vez estuvo vivo y que hoy, pétreo se cierne sobre las arenas, altivo por haber detenido el tiempo en su mano donde descansa lánguido, escurriéndose sobre la mesa.

Dirijo el vuelo en Busca del oeste siguiendo al sol de Monet que se suspende entre grises y naranjas, dibujando fantasmales embarcaciones de velas retraídas que reflejan su palo mayor en aguas confundidas entre verdes y marrones donde escapa al movimiento la sombra del botero y su acólito desde hace ya mas de un siglo.

La tarde se hace noche y tras las nubes que ya son recuerdo estallan las estrellas como inmensos girasoles revolviendo el firmamento, haciéndolo vibrar, dibujando estelas como piedras en el agua, en el este se alza una obscura flama que hiere transversal las montañas y los astros que me observan, desciendo entonces para enfocar en mi pupila las ventanitas amarillas del pueblo que circunda la silente iglesia que apunta su lanza al remolino celeste de indefinible constelación. Me desvió por la costa para encontrarme con los dos únicos paseantes que dan la espalda a los reflejos en el océano nocturno como queriendo olvidarlos, siempre vigilados por las estrellas que alzó el furioso creador de girasoles.

Me interno sobre las aguas cada ves mas violentas, escapando de tanta poesía, alejándome de las estrellas para ver como las sombras las devoran nuevamente, empujadas por los vientos que revuelven las aguas jugando sin cuidado con la barca solitaria de un solo farol, que se atreve a retar a Poseidón.

Delirante

Sublime el post que nos has dejado!!! Un saludo

Eres un artista Mr. Liar.
Lo sabes ¿verdad? ¿a que lo sabes?

MO.

P.D.: Hawkeye! últimamente te veo por blogs comunes. Me alegro que visites este. Te gustará.

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